Steven Spielberg
Twentieth Century Fox, 2013
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Sinopsis:
“Lincoln” se centra en los tumultuosos últimos meses en ejercicio del decimosexto presidente de los Estados Unidos. En una nación dividida por la guerra y en la que soplan fuertes vientos de cambio, Abraham Lincoln emprende un conjunto de acciones con el objetivo de acabar con la guerra, unir al país y abolir la esclavitud. Con la talla moral y la fuerte determinación para lograr todo ello, las decisiones adoptadas por Lincoln en un momento tan crítico cambiarán el destino de las generaciones venideras.
Comentario:
Hay una fuerza común que recorre el mejor cine de Steven Spielberg: la pasión y convicción absolutas con las que el cineasta aborda lo que él considera grandes historias. En particular, algunos de esos relatos pertenecen a episodios fundamentales de un pasado sin los que no se entiende la realidad estadounidense, pasajes que el director ha abordado desde la encrucijada entre la historia oficial y la aprehendida por un hombre fascinado por mitos fundacionales y traumáticos de su país. Es ese mismo cruce de caminos, consciente de la imposible objetividad de la narración, el que yace en la base de “Munich” (2005) y del que brota el visceral humanismo de “War horse (Caballo de batalla)” (2011). En ese (des)encuentro entre la percepción emocional y la versión impuesta se gesta la historiografía y también la razón de ser de “Lincoln”, una ficción tan admiradora como fría, tan pulcra en apariencia como personal en su corazón. Hay en el centro de ese corazón la seducción que narra Spielberg cuando recuerda su primera visita de niño al Lincoln Memorial, la hipnosis que suscita un gigante de piedra que para tantos —para él también— simboliza la talla moral que al menos una vez ostentó esa nación. La Historia necesita de símbolos, actos y personajes extraordinarios que sirvan de referencia para sustentar un relato conveniente. Y la revisión y redimensión de esas figuras, para bien o para mal, a menudo acaban distanciándose de las personas de las que parten. El director aquí ejecuta la maniobra precisa de la crónica selectiva, el capítulo decisivo en la travesía política hacia la abolición de la esclavitud y el final de la Guerra de Secesión: unas semanas en las que las tensiones personales del hombre elegido para decidir el rumbo de una colectividad friccionan con las de un liderazgo que debe sobreponerse a las contradicciones del experimento democrático. En ese minucioso ejercicio de selección, reconstrucción e interpretación histórica, ambos planos confluyen para humanizar lo que la profusa mitología en torno a Abraham Lincoln se encargó de alejar de las estrictas aportaciones a su tiempo.
Y esa confluencia es posible gracias al rostro de un Daniel Day-Lewis que trasciende el gesto interpretativo para convencer de su completa transmutación en el biografiado. Cada expresión de su físico idéntico, cada palabra y anécdota articulada a un público más o menos embelesado por su retórica tienen el don de llevar en volandas al espectador a través de la densidad del conjunto, cuyo riesgo de lo farragoso Spielberg esquiva con la sabiduría heredada de los clásicos del cine de cámara. Entre esas artes que pocos autores hoy pueden igualar, el realizador es capaz de poner en boca de Tommy Lee Jones un inolvidable discurso sobre la inteligencia de sorprenderse o dar carpetazo al trágico final de Lincoln con una sutileza digna de sus más queridos maestros.
(Jordi Revert, en www.labutaca.net)