No cabe duda en que el olvido está lleno de memoria, pero, a veces, solo el empeño de algunas personas consigue restaurar esos fragmentos del pasado reciente que, siendo fundamentales, han permanecido durmiendo un sueño injusto que empobrece nuestra historia colectiva. Visto ahora, a través de la edición de Camino leal, no se comprende cómo en España, y más dolorosamente en Asturias, se había ignorado la figura de Francisco Martínez Allende (Sirviella, 1906 – Buenos Aires, 1954): autor dramático, director de escena y actor muy reconocido en Argentina, que aquí había sido miembro del Consejo Central del Teatro del gobierno de la República, y entre 1936 y 1939 organizó y dirigió sucesivamente El Retablo Rojo, Altavoz del Frente y Guerrillas del Teatro; los relevantes teatros de guerra del frente y la retaguardia. Expatriado a Francia, Santo Domingo, Cuba y Argentina, su estela a este lado del charco se desvaneció con el exilio, privándonos de conocer un valioso legado que incluye, entre otras, esta magnífica obra que, en palabras de José Bergamín, su editor en 1941, evoca “la grandeza heroica de la lucha sostenida por los asturianos”. Una historia, la nuestra, olvidada hasta hoy.
El escritor cubano Juan Marinello escribió: “Martínez Allende es un combatiente. Nada más y nada menos que un español digno de España”. Y, sin embargo, ésta lo había desatendido. Hasta que una tarde del año 2001 el dramaturgo y presidente de la Asociación de Directores de Escena de España, Juan Antonio Hormigón (Zaragoza, 1943), recibe una llamada que le conmina a investigarlo. La sugerencia venía por parte de Pedro Simón, director de la revista Cuba en el ballet y marido de la prestigiosa bailarina Alicia Alonso, quien fue una gran admiradora de este asturiano al que conoció hasta el punto de considerarle decisivo en su formación política y artística. Así fue cómo Hormigón comenzó un largo y esmerado trabajo que ahora culmina con la recuperación de esta pieza teatral así como la redacción de un riguroso estudio en torno a la peripecia intelectual, política y vital de un autor a quien califica de “discreto”, dada su enorme trascendencia y la falta de referencias sobre su persona.
Nacido en 1906 en Sirviella (Onís), en el seno de una familia modesta, emigra de niño a Argentina, donde muy pronto comenzaría a interesarse por el arte escénico, desarrollando una brillante y prolífica carrera. Pero en 1934 decide hacer un viaje por Europa donde frecuenta las escuelas teatrales más destacadas de Londres, Francia, Italia, Alemania y Rusia. Una formación que, junto con sus firmes y sus entusiastas convicciones políticas, fue decisiva para que se estableciese en 1935 en Madrid donde funda una academia de arte dramático y el teatro del pueblo “La Tribuna”, así como el teatro infantil “El Titibirí”.
Con el estallido de la Guerra Civil, la figura de Martínez Allende se hace aún más relevante. Organiza y dirige teatros de guerra. Es nombrado miembro del Consejo Central del Teatro, cargo que comparte, entre otros, con Antonio Machado y Jacinto Benavente. Y en 1937 viaja a la URSS como miembro de la delegación española invitada al V Festival de Teatro Soviético, junto con Cipriano Rivas Charif, el poeta Miguel Hernández, la actriz Gloria Álvarez Santullano y el pintor Miguel Prieto. Así aparece fotografiado en el periódico Izvestia donde afirma: “Hemos venido a la URSS para aprender a poner el arte al servicio del pueblo”. Y eso hace hasta 1939 cuando se ve obligado a exiliarse en Francia. Allí, en el campo de refugiados de Montolieu, concluye y firma con el título provisional de La sangre atiza la hoguera la pieza que retrata la gran epopeya de los republicanos asturianos. Teatro político que busca contar una historia con toda su complejidad: “Detrás de estos personajes de un entorno rural asturiano, con un lenguaje rico en expresiones del habla popular, existe una estructura dramática que desmonta el costumbrismo superficial y lo convierte en la crónica de un episodio de la lucha de clases en España, así como de la resistencia al fascismo y la explotación”. Publicada finalmente con el título de Camino leal en 1941 por la editorial Séneca de José Bergamín en México, pero impresa en La Habana, en los talleres montados por Manuel Altolaguirre y Concha Méndez, es el “testimonio de un tiempo de combate”, en palabras de Hormigón. “Una deuda cultural e histórica” que, al fin, “queda de este modo zanjada”.
Pies de foto:
01. Portada de Camino Leal
02. Francisco Martínez Allende, en una imagen de los años 50 en Argentina.
03. Delegación de la República española en el V Festival de Teatro Soviético. (1937) En primer término, la actriz Gloria Álvarez Santullano y el director del Teatro Popular La Tribuna de Madrid, Francisco Martínez Allende; detrás, el pintor Miguel Prieto y el poeta y dramaturgo Miguel Hernández. (Publicada en el Diario Izvestia el dia3 de septiembre de 1937.)
04. Actuación de las “Guerrillas de Teatro”, dirigidas por F. Martínez Allende, en la Plaza de Cataluña de Barcelona, en marzo de 1938
(19 de agosto 2014)