De sus múltiples facetas da cuenta la carta de presentación de su página web: “David Acera ha pasado por el cine o la televisión pero su pasión es el teatro. Más de 40 estrenos teatrales nos hablan de su trabajo. En el año 2004 descubre el universo del teatro infantil y con él el terreno mágico de la narración oral. Viajando a lomos de diferentes cuentos ha recorrido casas de cultura, bibliotecas, colegios… Además, junto con la cuentera Gloria Sagasti, ha descubierto la utilidad de los cuentos para acercarse a diferentes problemáticas (violencia en el aula, discriminaciones por razón de género u orientación sexual…). Lee mucho y escribe, de vez en cuando, cuentos y teatro. En tardes de temperatura agradable le gusta sentarse con un libro bajo los árboles del parque de su barrio. Y nunca, nunca, se olvida de oler sus páginas porque, ya se sabe, si es un libro nuevo su olor nos va a contar que tipo de papel se ha utilizado para su fabricación, que colores guarda dentro… y si es un libro viejo, su aroma nos transportará a los lugares donde ha estado almacenado y parece como si nos contara parte de las historias, las canciones, las poesías que guarda dentro”.
Muchos son los proyectos en los que se ha embarcado y que le han convertido en una de las principales referencias cuando en Asturias se habla de cuentacuentos, teatro o narración oral. Con su firma encontraremos publicaciones como Un país extraño, Piñones mágicos o Catalina y los bosques de hormigón. El más reciente, La tortuga Todovabién, editado con ilustraciones de la ovetense Nanu González. Iniciativas como La casa de los cuentos, espacios radiofónicos y multitud talleres llevan también el sello de un David Acera que no es menos conocido en el mundo de la interpretación. Por ello, su experiencia es de lo más interesante a la hora de plantear un encuentro en el que comentar sus últimos trabajos. Para empezar, el festival Tibleus de Somiedo.
Creo que con Tibleus hemos demostrado que la cultura también puede ser un importante polo de atracción para un concejo como Somiedo, compatible con uno de los objetivos fundamentales del Festival que no es otro que el de acercar cultura de calidad, entendida como un derecho ciudadano, a pequeños núcleos de población rural
A finales de junio clausurabais una nueva edición de Tibleus, el Festival de Cuentacuentos y Narración Oral de Somiedo. ¿Cómo valoras el resultado?
Muy positivamente. Hemos duplicado el número de espectadores, pasando de 500 a más de 1200. Además, más allá de los números, creo que hemos demostrado que la cultura también puede ser un importante polo de atracción para un concejo como Somiedo, compatible con uno de los objetivos fundamentales del Festival que no es otro que el de acercar cultura de calidad, entendida como un derecho ciudadano, a pequeños núcleos de población rural.
¿Cómo surgió esta iniciativa?
Surge como continuación del proyecto Arte y Educación Transformadora puesto en marcha por las ONG’s Matumaini y Fundación Arcoiris, con el que acercamos distintas expresiones artísticas a escolares asturianos y en el que participo en el campo de las Artes Escénicas. El Festival nos permite dar un digno colofón a los talleres desarrollados a lo largo del curso y aprovechar nuestros escasos recursos para poner en marcha una cita cultural con entidad propia en la que me ocupo de la dirección artística.
¿Por qué en Somiedo?
Coincide con lo que tenía en la cabeza, quería que el Festival se desarrollara en un concejo pequeño en el que pudiese tener impacto. Qué mejor lugar que Somiedo, que tiene las infraestructuras necesarias y es un lugar espectacular. Además, el Colegio Público de Somiedo es uno de los participantes en el proyecto Arte y Educación Transformadora y es la sede de la ONG Matumaini. Cuando le comenté a Manuel Galán, su Presidente, la posibilidad de realizar el Festival en el concejo recibió la idea con entusiasmo. Somiedo es un concejo pequeño pero muy vivo, con múltiples asociaciones y colectivos que también se implicaron enseguida con el Festival, así la Asociación de Mujeres Xaranzana, o la Asociación de Hostelería prestaron su apoyo para la puesta en marcha de una iniciativa que cada vez vemos más consolidada. Así, hemos conseguido trabajar de una manera muy autogestionada, uniendo diferentes energías de la sociedad civil en defensa de un proyecto cultural como este. También han sido muy importantes las facilidades puestas por parte del Ayuntamiento y este año una aportación de la Consejería de Cultura nos ha permitido ampliar la programación.
Cuando se convocaba la edición de 2013, comentabais cómo en los últimos años el mundo de la narración oral ha venido sufriendo un significativo auge en nuestro país. ¿A qué crees que se debe?
Pues seguramente a diferentes factores. No todos positivos. Muchas programaciones dentro del campo de las Artes Escénicas han apostado por la Narración Oral como sustituta del Teatro por evidentes razones económicas. Pero no es menos cierto que la labor de muchos profesionales de la Narración desde los años80 ha conseguido dignificar el oficio y dar a conocer su importancia como vehículo de conocimiento, de fomento de la lectura y de expresión artística específica. Vivimos un momento histórico marcado por lo audiovisual: grandes producciones cinematográficas y de videojuegos nos introducen en mundos espectaculares y mágicos. Sólo tienen un pequeño problema, y es que alguien lo ha imaginado todo por nosotros, no podemos aportar nuestra parte. Cuando ves la cara de una persona, niños y niñas pero también mayores, atrapada por un cuento notas que está en plena efervescencia interior, rellenando los huecos de la historia, poniendo cara a los personajes… imaginando.
Uno de los objetivos de Tibleus es poner en marcha uno de los primeros festivales dedicado a los cuentos y a la narración Oral en Asturias. ¿Valoráis la posibilidad de llevarlo a otros concejos asturianos?
Todo se puede estudiar, pero creo que no sería una buena idea “clonar” el festival. Últimamente estoy dándole vueltas a otras posibilidades en colaboración con otros concejos. Me parece que el concepto “festival” funciona muy bien: llama la atención de medios y ciudadanía sobre el hecho cultural durante unos días, con la expectativa de sembrar una semilla que prenda en el largo plazo. Estoy dándole vueltas a otro festival más interdisciplinar pensado para toda la familia. Espero poder adelantar algo cara al próximo curso.
Se plantea, entre otras cosas, como un espacio de encuentro intergeneracional. ¿Es necesario fomentar actividades que recuperen esa relación fundamental entre mayores y pequeños, donde las narraciones orales siempre han jugado un papel primordial?
Sin ninguna duda. Vivimos en un mundo dominado por poderes a los que les molesta lo colectivo, por eso tratan de aislarnos lo más posible. Es complicado encontrar espacios no subordinados o condicionados por el mercado donde encontrarnos con el otro y mucho más difícil encontrar esos espacios colectivos donde los grupos sean heterogéneos, sobre todo atendiendo a razones de edad. Pienso que es esencial que construyamos esos espacios, que generemos un ocio y una cultura no mercantilizados y en el que puedan disfrutar, conocer y conocerse, a la vez pequeños y grandes, jóvenes y mayores. Modestamente creo que eso lo vamos consiguiendo en parte en Tibleus. La infancia tiene todavía ese gran poder de juntarnos a todos a su alrededor y eso me gusta. Así, en Tibleus nos hemos especializado en espectáculos para todos los públicos: los niños y niñas están en el centro de nuestra propuesta pero no sabría decir quien disfruta más si pequeños o grandes.
Contar cuentos y escucharlos es para mí un acto de rebeldía, y creo que para mucha gente estos son tiempos terribles en muchos aspectos pero también rebeldes
Siempre trabajas intentando dar a conocer la importancia de los cuentos y la narración oral. ¿Consideras que se está perdiendo esta costumbre, así como los valores que transmite?
No, no. Obviamente la oralidad no tiene la misma fuerza en nuestras sociedades que en otras, como las africanas, donde la palabra sigue cumpliendo funciones que aquí también cubre la literatura o lo audiovisual. Aún así, creo que cada vez se vuelve a valorar más la importancia de la palabra, el sentarse en común y escucharnos. Contar cuentos y escucharlos es para mí un acto de rebeldía, y creo que para mucha gente estos son tiempos terribles en muchos aspectos pero también rebeldes. Los cuentos son un entrenamiento para la vida: a través de las historias podemos hablar de lo que queremos, intuir soluciones a los problemas y practicar sin miedo al abrigo de lo colectivo y lo familiar.
Como experto, ¿qué valor le das a la figura del cuentacuentos o del narrador oral en la sociedad actual?
Creo que lo importante es el valor que le de la sociedad. Como ciudadanos estamos en un momento en el que hay que posicionarse: qué es la cultura ¿un objeto de consumo o una herramienta para interpretar y conocer el mundo? ¿Una mercancía o un Derecho Humano? Si respondemos que lo segundo la figura de un narrador oral es muy importante, se convierte en un servicio público esencial y como tal habrá que tratarlo, dignificando su labor, asegurando su independencia creativa, profesionalizando su trabajo, etc. Obviamente los profesionales de la narración, llegado ese caso, deben de responder siendo responsables en su trabajo con las necesidades sociales, escogiendo con mimo sus repertorios, prestándose a realizar su actividad donde sea necesario, etc.
De Tibleus a CuentosCuento. Hace diez años que empezaste a dedicarte al maravilloso universo infantil, después de una amplia trayectoria como actor. ¿Qué te atrajo o qué te llevó a volcarte en esta faceta de contador de cuentos?
Primero me empiezo a dedicar al teatro infantil y después comienzo con la narración allá por el 2004-2005 gracias al impulso de mi buena amiga y cuentera maravillosa Gloria Sagasti. Ella me dio la posibilidad y el empujón necesario para hacer mi primera sesión de cuentacuentos. Trabajar para la infancia es para mí una excusa perfecta para hacerlo para todas las edades. Siempre hablo de teatro o literatura para todos los públicos. Sé que es una batalla perdida pero no me gusta el vocablo “infantil” asociado a estas artes. Además, tengo la sensación de que muchas niñas y niños todavía escuchan de verdad, poniendo a prueba sus convicciones en cada experiencia vital y por eso trabajar para ellos me parece apasionante, así como una gran responsabilidad.
Hablas siempre de la utilidad de los cuentos para acercarse a diferentes problemáticas que afectan a los más pequeños y que a veces se nos antojan difíciles de abordar, como es la violencia en el aula, o las discriminaciones por razón de género u orientación sexual… ¿Cuál dirías que es la clave principal a tener en cuenta para hablarles a los niños de temas que muchas veces evitamos por su delicadeza?
Tratarlos como personas. El mundo de la infancia, como el de los adultos, no es siempre un viaje entre algodones. Es imprescindible que preparemos a los que vienen detrás para afrontar la vida: sus partes buenas pero también la frustración, los problemas, etc. Es imprescindible desarrollar la curiosidad de las personas y su capacidad crítica desde la infancia, que sientan que es posible cuestionar el actual funcionamiento de las cosas. Es la única manera de avanzar como sociedades. Dicho esto, también reivindico cuentos que sean divertidos, lúdicos, que nos hagan pasar buenos ratos.
¿Es importante que en estas actividades no solo estén presentes los niños y niñas, sino también los adultos?
Fundamental. Creo, como dije antes, que es importante disfrutar conjuntamente de las mismas actividades, pero además tenemos que estar ahí para aclarar dudas, intercambiar opiniones, discutir… Me encanta que los padres y madres acudan a mis sesiones de cuentacuentos. También me encantaría que todos viesen, por ejemplo, la televisión con sus hijos. Me da la sensación de que muchos padres se preocupan por qué se cuenta en una obra de teatro o un cuentacuentos pero luego dejan a sus hijos sin el mayor miramiento delante de la televisión, una televisión que tiene muchos contenidos harto cuestionables y que bombardea a los niños y niñas, incluso en los canales supuestamente especializados, con publicidad y contravalores como la competitividad o el consumismo.
Por seguir ahondando en tus diferentes facetas: háblanos de los “cuenteatros”.
Es un modelo de espectáculo en el que me estoy centrando mucho en los últimos tiempos. A caballo entre una representación teatral y una sesión de cuentacuentos pretendo generar ambientes próximos y mágicos.
Tienes varias publicaciones dirigidas al público infantil y la última de ellas está dedicada a la tortuga Todovabién. Preséntanos a este interesante personaje.
Todovabién vive una vida muy plácida en su isla del pacífico sin hacer el menor caso al resto de sus habitantes, hasta que un día… La tortuga de mi historia representaría en el mundo animal lo mismo que en las sociedades humanas representan esas personas que nunca se mojan y a las que sólo les parece preocupar su propio ombligo. A través de la tortuga Todovabién he pretendido hablar de la solidaridad.
¿Cómo surgió la idea de escribir sobre este tema?
Porque me parecía importante. Los mismos que nos roban nuestras condiciones laborales, nuestra educación o nuestro sistema sanitario también pretenden robarnos las palabras. Así el significado de “Solidaridad” ha quedado reducido a una especie de “Caridad”: dar lo que nos sobra, situándonos respecto al otro en una situación de superioridad. Yo he querido defender el sentido primigenio de la palabra: el de “hoy por ti mañana por mi”. La solidaridad no es un sentimiento absolutamente altruista, parte de la toma de conciencia de la propia fragilidad. Todos, al menos la mayoría social, viajamos en el mismo barco, somos interdependientes.
Se publica con Takatuka, que para ti, por sus propuestas, es una editorial de referencia. ¿Te parece que el panorama editorial suele ser demasiado conservador en cuanto a las obras por las que apuesta?
Sí, más incluso en el panorama infantil que en el adulto. Creo que es imprescindible que existan más editoriales como Takatuka que se arriesgan, que recorren caminos poco transitados. Ahora bien también los padres, madres y educadores tienen que tomar conciencia que una cosa es formar y otra adoctrinar, es necesario abrir todas nuestras puertas al conocimiento y nuestras ventanas a la pluralidad del pensamiento, de las opiniones, las cosas siempre pueden ser de otra manera y es necesario que nuestros niños y niñas lo sepan. Por otro lado, el hecho de que el panorama cultural para la infancia sea más conservador, también tiene su lado bueno. Por suerte creo que siguen estando mal vistas las creaciones culturales dirigidas a niños y niñas que fomenten contravalores muy en boga en nuestras sociedades como la competitividad o el individualismo (no confundir con el respeto a la individualidad).
El libro cuenta con las imágenes de Nanu González, una ilustradora asturiana. ¿Cómo surgió esta colaboración?
Nanu y yo, los dos ovetenses, no nos conocíamos, y nos fue a poner en contacto una editorial catalana… lo que son las cosas. El trabajo de Nanu es muy bueno y lo que ha hecho con mi historia… me quedo sin palabras. Lo cierto es que no podría imaginarme el cuento de Todovabién ilustrado de otra manera. Según nuestro editor, Patric, cuando esto sucede estamos ante un buen álbum ilustrado. No podía estar más contento.
¿Consideras que los centros educativos trabajan suficientemente con estos materiales o crees que deberían realizarse más actividades de este tipo para educar y concienciar a la vez que entretener a los más pequeños?
Creo que la educación del sentido crítico debería de ser uno de los principales objetivos del sistema educativo. Y no lo es. La capacidad crítica es consustancial a la existencia del ciudadano, y sin éste no es posible hablar de democracia. El sistema educativo no ha progresado lo suficiente. Y las últimas tendencias, que han prendido en muchos sectores de la sociedad, sobre todo en sus capas dominantes, de vincular el sistema educativo en exclusiva a las necesidades del mercado, y el acceso a la educación a las capacidades económicas de cada familia, no parecen dibujar un panorama nada halagüeño. Aún así soy optimista e intento poner mi granito de arena para mejorar las cosas.
¿Y en el caso de las bibliotecas públicas?
Tal y como están las cosas, debemos defender las bibliotecas públicas con uñas y dientes. Son una conquista social, un foco de pensamiento y de acceso a la cultura. Siempre, como a todos, se les puede exigir más pero sobre todo yo demandaría a los diferentes responsables institucionales y políticos que antepusieran la tarea de difusión cultural de base a proyectos “de relumbrón”. Dentro de esa tarea de difusión las bibliotecas son la piedra angular.
Poder dedicarte a lo que te gusta y, además, saberlo útil para la comunidad en la que vives es de lo mejor que me han dado los cuentos y el teatro
¿Crees que en muchas ocasiones se subestima al público infantil o que se le ignora demasiado?
Sí. Recuerdo una anécdota. Después de una sesión de cuentos especialmente estimulante, le contaba a la directora de un colegio lo bien que había ido, las preguntas y observaciones que me hicieron los alumnos y alumnas… Estaba entusiasmado. Ella me miro y me dijo: “Sí, es que a los niños les vale cualquier cosa”. Esta es una actitud bastante extendida, ese no cuidar el ocio y la cultura, que valga cualquier cosa, me resulta desesperante. La cultura y el ocio fecundo y creativo son claves en nuestro crecimiento personal. Asegurar que sean de calidad, debería de ser una obsesión para los profesionales que trabajamos en el campo de la infancia y para las familias.
¿Qué es lo más importante que has aprendido en esta década dedicado a contar cuentos?
Creo que el poder que mantiene la palabra. No deja de sorprenderme la capacidad de embelesar a un auditorio sin más herramientas que la voz y el propio cuerpo. Poder dedicarte a lo que te gusta y, además, saberlo útil para la comunidad en la que vives es de lo mejor que me han dado los cuentos y el teatro.
Autor de las fotografías: Iván Martínez
(19 de agosto 2014)