Recomendado por:
Ana Alonso Lorenzo / Biblioteca El Coto (Gijón)
El balcón en invierno
Luis Landero
Tusquets
245 págs.
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“La foto de la portada ya nos pone sobre aviso: igual que la abuela se parece a tantas de nuestras abuelas -viudas, valientes, siempre vestidas de negro- la historia que va a contar Luis Landero se parece mucho a la propia historia reciente de España.
El balcón en invierno comienza con una amarga confesión de Luis Landero: al releer el principio de su nueva novela se siente tan abatido como nunca antes lo había hecho en su vida de escritor. Nos sorprende la amenaza -terrible para los que seguimos la trayectoria de Luis Landero- de que no va a escribir más novelas. Pero a medida que avanza en la lectura, uno se da cuenta de que lo que está haciendo es exactamente la magia habitual: nos engaña y nos mete de lleno en la novela de su vida.
Ya desde pequeño decían todos de él que era un niño muy mentiroso -el mismo sambenito que se les suele colgar a todos los niños de imaginación desbordante-. Y como él mismo dice: “es cierto que desde muy niño intuí que, en general las verdades sencillas son poco creíbles, y desde luego menos que las mentiras complicadas”.
Hay también en el libro espacio para la esperanza, porque, contra todo pronóstico, un niño que se crió en una familia de campesinos en la que la mayoría había ido a la escuela “el tiempo justo para aprender a leer y a escribir y a hacer las cuentas“, que vivió en una casa en la que no había libros, terminó dominando el lenguaje con todos sus trucos y matices y haciendo de la literatura su oficio.
Como decía al principio, hay muchas cosas en esta novela que nos resultan familiares: los cuentos de la abuela Francisca, los veranos en el pueblo, la difícil adolescencia del campesino extremeño, extranjero en la gran ciudad y en sí mismo; las cartas de la familia “algunas a lápiz“; y el padre exigente, y a ratos incómodo, que fallece prematuramente abriendo en el corazón del escritor una brecha perpetua de desconsuelo.
La vida que se mueve en la novela nos es familiar, pero no así la manera de contarla, con la palabra justa en cada momento, acertando con cada frase cuando toca evocar, cuando hay que maldecir o cuando no queda otro camino que recurrir al sentido del humor para suavizar los tragos más amargos.
Leer El balcón en invierno es… sencillamente inevitable”.