La Biblioteca Circulante “Palacio Valdés” de San Julián de Bimenes

Han sido depositados en la Biblioteca de Asturias «Ramón Pérez de Ayala» los restos preservados de la Biblioteca Circulante «Palacio Valdés» de San Julián de Bimenes. Este fondo consta de dieciocho ejemplares que conservó primero, Atanasio Felgueroso, uno de los impulsores de aquella Biblioteca, y que ahora su hijo, Alfonso Felgueroso Álvarez, desea que sean conservados en la Biblioteca de Asturias, en homenaje y agradecimiento a aquellas personas cuidadosas y valientes como Atanasio que, a pesar de las contingencias, perpetuaron la memoria y los testimonios de un capítulo de la historia del asociacionismo cultural y de la instrucción pública asturiana en el periodo de la Segunda República.

Se conoce muy poco sobre la Biblioteca Circulante «Palacio Valdés» de San Julián de Bimenes (BCPV); sabemos por algunos documentos encontrados, que en mayo de 1931, recién instaurada la Segunda República Española, la agrupación de la Juventud Socialista de San Julián de Bimenes presentó en el Gobierno Civil de Oviedo, un Proyecto de reglamento para la puesta en marcha de una biblioteca circulante, con el fin de paliar el atraso cultural de la población del valle de Bimenes. Este reglamento fue rechazado por no cumplir con lo dictado en la Ley de Asociaciones y no es hasta junio de 1933 que presentaron una reforma al primer Reglamento, que ahora si es aprobada a finales de este mismo mes. A principios del mes de julio se constituyó la asociación que deberá gestionar la Biblioteca Circulante «Palacio Valdés». Una noticia aparecida en el periódico Avance, en septiembre de 1934, informaba de la inauguración de esta Biblioteca. Es decir, aún tardaron más de un año en iniciar las actividades, imaginamos que realizando los preparativos oportunos, sin duda, la obtención de dinero para la compra de libros.

En octubre de 1936, iniciada la guerra Civil, entraron los sublevados en Bimenes. La orden de comenzar la depuración sistemática de las bibliotecas es de diciembre de ese mismo año y en 1937 se crearon las Comisiones de Depuración de Bibliotecas (BOE de 17 de septiembre de 1937), que dieron lugar a un proceso riguroso de eliminación de libros considerados progresistas y que pudieran ir en contra de la nueva ideología. Fue entonces cuando la Biblioteca Circulante cesó su actividad y se sabe que sus fondos fueron repartidos entre los socios, para su custodia y protección.

El clima de estabilidad política de finales del siglo XIX y el interés de algunos intelectuales y políticos reformistas propugnaron la extensión de la enseñanza escolar básica a las clases sociales menos favorecidas e impulsaron, asimismo, un interés por la lectura como medio para instruir a esta población. Durante los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX proliferaran en Asturias asociaciones de muy diverso tipo: culturales, ganaderas, mineras, ateneos obreros, etcétera, que crearon bibliotecas populares en las zonas rurales. Siguiendo esta tendencia, la Segunda República Española (del 14 de abril de 1931 al 1 de abril de 1939), con la intención de reducir el alto nivel de analfabetismo existente en España, creó el 29 de mayo de 1931 las llamadas Misiones Pedagógicas, inspiradas en las doctrinas pedagógicas de la Institución Libre de Enseñanza, que recibieron el encargo de «difundir la cultura general, la moderna orientación docente y la educación ciudadana en aldeas, villas y lugares, con especial atención a los intereses espirituales de la población rural».

En estas circunstancias se dio la situación favorable para que todos los pueblos de alguna entidad en Asturias tuvieran su biblioteca circulante. Pero el fenómeno también se dio en los núcleos rurales muy pequeños, en donde las sociedades de labradores, de ganaderos, mercantiles, mineras, etcétera crearon sus bibliotecas y ofrecían a sus socios la posibilidad de tomar libros en préstamo. En su mayoría, surgieron del interés de particulares que las mantenían con su esfuerzo y con aportaciones económicas propias y de los socios de las sociedades fundadoras. Hasta 1936 llegó a haber en torno a 355 bibliotecas circulantes en Asturias.

En este clima de inquietud y dinamismo cultural del regeneracionismo español, nace la Biblioteca Circulante «Palacio Valdés» de San Julián de Bimenes.

Los dieciocho libros que ahora se depositan en la Biblioteca de Asturias «Ramón Pérez de Ayala» no son nada extraordinarios. Se trata de ediciones populares, aunque todos fueron encuadernados en pasta española (en piel) en los talleres de «Encuadernación Vda. e hijos de Rodrigo Diez en calle Luna 11 de Oviedo», y en el lomo se grabaron, con letras doradas, el título, el autor, un número de orden y las iniciales «BCPV». El número de registro más alto que se conserva es el 87. Algunos libros aparecen siglados con el sello de la biblioteca, de forma lanceolada. Además de este existe otro distinto para los documentos.

La Biblioteca Circulante de Bimenes la compondrían un centenar de títulos, si pensamos que seguían las normas generales nacionales, pero no hay ninguna evidencia de ello. Si nos atenemos a la muestra de libros que se han conservado, el interés de los formadores y lectores de esta Biblioteca se centraba en la prosa: cuentos, relatos cortos y novelas, lecturas fáciles, principalmente dirigidas al ocio, pero que igualmente contribuían a cultivar y a ampliar las fronteras del pensamiento de los usuarios. En este sentido, nos consta que, tras la extinción de la Biblioteca, el depositario de estos fondos, durante la postguerra, con abnegada vocación en aquella época de incuria y abandono cultural (hasta 1955 no se abrió la Biblioteca Municipal «Padre Severiano» de Bimenes), prestaba los libros clandestinamente a algunos vecinos, de uno y otro signo político. Pero también hay que señalar que en muchas ocasiones no los devolvieron.

Los autores de los libros que se conservan son Pío Baroja, Vicente Blasco Ibáñez, Julio Camba, Concha Espina, Ricardo León, Armando Palacio Valdés, José María Pereda, Ramón Pérez de Ayala, Benito Pérez Galdós (de quien se conservan algunos Episodios Nacionales autorizados con el exlibris de su autor), Erich María Remarque, Carlos Rivet, y el Conde de Volney. Pero es de suponer que hubiera muchos más; por ejemplo, hemos oído hablar de la existencia de algún título de Émile Zola, Máximo Gorki, Leon Tolstoy y Fiodor Dostoievski, pero no hay muestras.

Texto redactado por Sylvia Montes Vigón

(15 de junio de 2017)

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Red de Bibliotecas Públicas del Pdo. de Asturias