Annie Ernaux.
KRK
123 págs.
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Al finalizar la guerra, en 1945, Annie Ernaux —la niña Annie Duchesne—, abandona Lillebonne, su ciudad natal, junto con su familia y llega a Yvetot «sentada en las rodillas de su padre, en la parte delantera de un camión de mudanzas». Hay ruinas por todas partes. Tiene entonces cinco años y no se moverá de allí hasta los dieciocho para ir a estudiar a Ruan.
l 13 de octubre de 2012, invitada por la municipalidad, Annie Ernaux imparte una conferencia en Yvetot. Es una fecha importante porque es la primera vez que regresa de manera oficial. Cuenta ahora setenta y dos años. Este regreso tiene un valor de reconocimiento hacia la ciudad, de homenaje, y representa incluso un acto de conciliación. Lo expresa así la autora: «Me he “servido” de Yvetot, de los lugares, de las personas que conocí, le he tomado muchas cosas a Yvetot, donde pasé mi infancia, mi primera juventud, y, en cierto modo, me he negado siempre a corresponderle con algo». Este texto abre como una nueva ventana sobre el pasado de la autora que nos permite entrever el lazo que une lo vivido y la ficción literaria. Los temas recurrentes presentes en la obra de Ernaux reaparecen aquí como autentificados y reforzados además por una selección de fotografías de la escritora, sus allegados y los lugares de sus años jóvenes. El fenómeno de transformación de los recuerdos en material para una obra de alcance universal queda aquí en parte esclarecido.
Annie Ernaux nace en 1940 en Lillebonne (Alta Normandía, Francia). En 1945, al término de la Segunda guerra mundial, sus padres, obreros antes de ser modestos comerciantes, vuelven a su ciudad de origen, Yvetot, cerca de Rouen, donde regentan un café- tienda de ultramarinos. La madre de Annie Ernaux, que había sufrido una forma extrema de dominación al empezar a trabajar a la edad de doce años en una fábrica, ambiciona para su hija un futuro mejor y la inscribe en una escuela católica privada. Buena alumna, Annie Ernaux consigue acceder a los estudios universitarios y ejercer como profesora de letras modernas. La muerte de su padre en 1967 la lleva a una toma de conciencia de su posición en el mundo social y a la necesidad de escribir tomando como referencia su propia historia familiar. Su primer libro, de carácter autobiográfico, Los armarios vacíos (Les armoires vides), se publica en 1974. Con El lugar (La Place, 1983), el libro-homenaje al padre premiado con el Renaudot, Annie Ernaux es aclamada unánimemente. Escritora exigente con la autenticidad, considera la literatura íntimamente ligada a la vida misma; testigo de la vida ordinaria, se marca como proyecto fundamental salvaguardar del olvido el tiempo vivido, proyecto que culmina con Los años (Les Années, 2008), premio Marguerite-Duras y premio François-Mauriac. En 2008, Annie Ernaux recibe el Prix de la Langue Française por el conjunto de su obra, obra en la que la identidad y la alteridad se confunden. En 2019 recibió el Premio Formentor.