Pionero de la novela histórica en España, este escritor gijonés ganó el Premio de la Crítica, el Premio Nacional de Literatura, fue finalista del Nadal, cosechó grandes éxitos de ventas, se adelantó a su época… y sin embargo muy pocas personas podrían decir que estos datos pertenecen a Alejandro Núñez Alonso (1905-1982). El escritor asturiano cayó tras su muerte en un injusto olvido. Núñez Alonso, que vivió entre España y México, fue corresponsal, crítico de cine, pintor, convirtió su casa de Madrid en la antigua Roma, se atrevió a escribir algunos libros con un toque de Joyce y en otras obras le compararon a Valle Inclán y Capote. La editorial Nabla reedita ahora sus series sobre Roma y Babilonia y pugna porque al fin logren el sitio que se merecen en la literatura española.
Conocido por sus novelas históricas, Núñez Alonso nos ha legado una de las novelas más importantes de la narrativa española del Siglo XX: Gloria en Subasta, que mantiene una total modernidad pese a haber sido escrita hace casi cincuenta años.
Dicen que hay varias formas de matar a un hombre, y una de ellas es el olvido. Por eso Alejandro Núñez Alonso tuvo dos muertes. Tal vez con la primera ya intuía la segunda, porque murió en un país lejano lleno de niebla y frío, como si de alguna forma se anticipase la nieve lenta que iría cayendo su obra. Y eso que él siempre escribió sobre el calor, sobre la convulsa y ardiente Roma, sobre el abrasador sol de Mesopotamia, sobre la luminosidad de México.
Alejandro Núñez Alonso era uno de esos hombres de aspecto serio y bigotito fino que albergaba un corazón lleno de aventuras. Salió del absorbente clima de realismo que reinaba en la literatura española de los años 50, llenó sus páginas de un elegante tejido de Historia y ficción, les dio color, olor, y sentimiento. Puso su nota de variedad y peripecia, con la inflexión de la ternura.
No sólo se adelantó al concepto actual de novela histórica, convirtiéndose en uno de los mejores representantes españoles del género, sino que, desde la óptica comercial, algunas de sus publicaciones fueron auténticos éxitos de ventas.
Olvidada por el gran público, la crítica y los editores, la narrativa histórica del gijonés Alejandro Núñez Alonso fue desapareciendo injustamente del mercado editorial. No sólo se adelantó al concepto actual de novela histórica, convirtiéndose en uno de los mejores representantes españoles del género, sino que, desde la óptica comercial, algunas de sus publicaciones fueron auténticos éxitos de ventas. Por lo tanto, su desaparición de las librerías fue un misterio, una injusticia y una miopía total. Nunca se sabe qué es lo que va a precipitar a alguien al olvido, a veces el puro azar, como el equivocarte de camino en mitad de un laberinto. Y precisamente en una especie de laberinto es donde hasta ahora teníamos que buscar sus novelas; en las bibliotecas heredadas de los abuelos, en nuestras propias bibliotecas públicas o en las librerías de viejo, flotando en los mercados de segunda mano como si fueran los restos de un naufragio. Buscar sus obras era misión de detectives literarios capaces de soplar el polvo a los libros. Hasta ahora, que la editorial Nabla los rescata y está haciendo que las novelas de Núñez Alonso vuelvan a navegar.
Una vida de viajes y sueños
Alejandro Núñez Alonso nació en Gijón en 1905, cuando también nacía en la ciudad el fútbol, Máximo Gorki publicaba La Madre y Einstein su Teoría de la Relatividad. Núñez Alonso, en medio del hervidero cultural que era Gijón en los años 20 (con Gerardo Diego como profesor del Instituto de Segunda Enseñanza, pintores como Evaristo Valle y los Ateneos Obreros con buena salud) fue un intelectual autodidacta, y esta palabra siempre encierra a una persona curiosa y un trabajador incansable. Ya entonces quería abrir nuevos caminos, y la mente le volaba mucho más lejos de las clases y edificios; mientras triunfaban los Episodios Nacionales de Pérez Galdós, Núñez devoraba Quo vadis? y Los últimos días de Pompeya , soñando con reconstruir aquellos mundos lejanos, donde la codicia y la conspiraciones eran las mismas que en la realidad cotidiana. El joven gijonés se dedicó al periodismo para poder comer de lo que escribía, y en 1927, cogió dos maletas, una llena de ropa y otra de manuscritos teatrales, y se marchó a Madrid para vivir con los bohemios.
No logró que sus obras de teatro vieran más allá del forro de la maleta y, como un dramaturgo que no estrena no tiene lentejas en el plato, decidió seguir en los periódicos. Trabajó como periodista en los diarios El heraldo y La Libertad, ejerciendo en este último como crítico de cine. A finales de 1929 se fue a México, donde encontraría el fuelle que le inflaba para escribir: su mujer, Leonor Bravo Carmona, hija de una distinguida y culta familia. Parece ser que el amor activó con fuerza sus mecanismos, porque en México no paró un sólo instante: cultivó la pintura, trabajó en varios diarios (Excelsior, El universal…), fundó dos revistas (Imagen, Mapa y Arte y Plata) y publicó sus primeras novelas: Konco (que fue llevada al cine), Mujer de medianoche y Días de huracán.
En los años cincuenta regresó a Europa como corresponsal de la revista América e Informaciones , primero a Roma, después a París y, por último a Madrid, concretamente a la calle Hermosilla. Fue en esta casa donde realizó junto a su esposa un montaje documental sobre la Roma clásica que utilizaba para la confección de sus novelas históricas. Mapas, datos, nombres y títulos de los protagonistas; en aquella casa de la calle Hermosilla se encontraba el sur de Europa, el norte de Africa, y el cercano Oriente, principalmente la ciudad de Jerusalén, residencia central de Benasur. Y ahí es donde comienzan sus largos sueños sobre el pasado de Roma y la mítica Babilonia. Con El lazo de púrpura (el primero de la pentalogía de Benasur) ganó el Premio Nacional de Literatura, y más tarde el Premio de la Crítica con Gloria en subasta , que muchos críticos comparan con Tirano Banderas , de Ramón del Valle Inclán, e incluso algunos han dicho que se trata del A sangre fría española. En 1954 publicó La gota de mercurio, un monólogo interior con influencias de Joyce y Proust, que resultó finalista del premio Nadal. Le siguieron Segunda agonía (1955) y Tu presencia en el tiempo (1955), novelas ambientadas en México.
Juan Rulfo decía que había dejado de escribir porque se le había muerto su tío Celerino, que era el que le contaba las historias. Algo parecido le sucedió al escritor gijonés, ya que tras la muerte de su esposa, Alejandro Núñez Alonso dejó prácticamente de escribir. Fue entonces cuando decidió acompañar a su único hijo a Canadá, por su profesión de aviador. Allí, en Quebec, lejos de los soles, en mitad del invierno, Alejandro Núñez Alonso murió en 1982.
Benasur y Semínaris
Alejandro Núñez Alonso es conocido sobre todo por sus novelas históricas sobre Benasur y Semíramis. En opinión del crítico Víctor Alperi, Núñez fue el mejor escritor español de novela histórica de todos los tiempos.
El ciclo de Benasur es una pentalogía de novelas históricas ambientadas en la Roma del siglo I d.c (El lazo de púrpura , El hombre de Damasco El denario de plata (La piedra y el César Las columnas de fuego). Benasur, el protagonista, es un potentado judío, dueño de una notable flota mercante y artífice de un imperio comercial que ha crecido a la sombra de Roma en tiempos de Tiberio. Su actividad mercantil y su lealtad aparente al Imperio ocultan, no obstante, un odio irrefrenable hacia todo lo que Roma representa y una sed insaciable de venganza. Utilizando sus negocios como pantalla y acompañado de su leal administrador Mileto de Corinto, Benasur recorre el Imperio y sus más recónditos rincones (Roma, Gades, Garama, Alejandría, Jerusalén…) conspirando, alimentando sus desmedidas ambiciones de poder y engrosando, al mismo tiempo, su cuenta de resultados.
En opinión del crítico Víctor Alperi, Núñez fue el mejor escritor español de novela histórica de todos los tiempos
El lazo de púrpura, el primero de los cinco, no sólo consiguió el Premio de la Crítica de 1965, sino que supuso el nacimiento de una nueva concepción en España de este tipo de literatura entre creación literaria e Historia. El éxito de la novela, pese a su extensión (más de 700 páginas), resultó arrollador, y las ediciones se sucedieron una tras otra. De hecho, llegó a las nueve ediciones.
Estos libros están llenos de detalles, de paradas, de ficción y realidad, de palabras y hechos. Así, en la serie de Núñez Alonso podemos sentarnos a charlar con Tiberio, recorrer los barrios más humildes de Roma y sus populosos mercados, participar en un bautizo cristiano, conocer la peste y las mazmorras, las batallas, las plagas de langostas de Alejandría, lujosos palacios, oscuras tabernas, agencias financieras y comerciales… Al tiempo, los soberbios escenarios de la Antigüedad alternan con abundantes reflexiones éticas, políticas, religiosas y hondas discusiones filosóficas entre el pragmático y ambicioso Benasur y el culto y refinado Mileto, que simbolizan las controversias culturales de una época mucho más heterogénea de lo que a veces parecen traslucir los manuales de historia política.
Una línea parecida sigue en el ciclo de Semíramis, una tetralogía situada en el siglo IX a. C., que gira alrededor de esta legendaria reina compuesta por los volúmenes Semíramis, Sol de Babilonia, Estrella solitaria y La reina desnuda.
Tras la muerte de su marido, el rey asirio Shamshiadad V, Semíramis logra hacerse con el poder en toda Mesopotamia. Obsesionada por la eterna juventud, parte a la guerra a la India para lograr un suministro estable de la planta de Gilgamesh, que, según ha descubierto un médico egipcio, otorga la longevidad. Aunque la reina tiene inclinaciones lésbicas, su gran amor es un misterioso vagabundo consagrado al dios Enlil, Dungui. Los años pasan y la reina, que vuelve victoriosa de la India, no envejece. A partir de ahí, continuarán sus aventuras.
Gloria en subasta
Finalizado el ciclo histórico de Benasur y antes de comenzar la tetralogía de Semíramis, Núñez Alonso escribe, en pleno “boom hispanoamericano”, esta impresionante novela, ganadora del Premio de la Crítica de Narrativa Castellana 1965. En ella narra la tragedia colectiva desencadenada tras la absolución del autor de un asesinato, el pistolero mejicano Quico Balderas. Sus amigos y enemigos intentarán, ya enmendar la sentencia, ya refrendarla, enfrentándose en un duelo implacable.
Son los propios personajes quienes narran la acción y a la vez desnudan para el lector sus sentimientos más íntimos y desgarrados. En un ejercicio de espléndida técnica narrativa y con una insólita -para la época- pureza de lenguaje, los personajes van turnándose en la narración a modo de carrera de relevos, ofreciendo su punto de vista de la acción. a modo de monólogo interior.
“’Gloria en Subasta’ es una de las mejores novelas españolas del siglo pasado, que demuestra ser más moderna que muchas de las que se publican en la actualidad. Una lectura imprescindible de verdad”
José Luis Rendueles
La combinación de la acción llena de vigor con la aguda descripción de la psicología de los personajes, ha merecido la comparación de esta novela con A sangre fría, de Truman Capote o No es país para viejos de Cormac McCarthy. El escritor asturiano José Luis Rendueles -a quien siempre agradeceremos su recomendación-, ha calificado Gloria en Subasta como “una de las mejores novelas españolas del siglo pasado, que demuestra ser más moderna que muchas de las que se publican en la actualidad. Una lectura imprescindible de verdad”.
La aventura de reeditar a Núñez Alonso
En 2005, coincidiendo con los cien años del nacimiento de Alejandro Núñez Alonso, el Ateneo Jovellanos le dedicó dos actos literarios para celebrar el centenario, y se habló de solicitar una calle con el nombre del escritor, idea que no acabó de cuajar.
También algunas editoriales demostraron su interés por publicar parte de su obra. Aunque no ha sido hasta ahora, en unos momentos en los que la novela histórica domina en nuestra literatura, cuando una ha soplado sobre el polvo del olvido que envolvía la obra del autor gijonés. Nabla Ediciones ya ha publicado los dos primeros libros de la serie de Benasur (El lazo púrpura y El hombre de Damasco) así como el primero de Semínaris. El resto, aún están en proceso de edición.
Luis Carrera, editor de Nabla, un hombre por cuyas manos han pasado miles de libros y que lleva casi 20 años dedicado al mundo editorial, explica que, cuando montaron Nabla, su intención era dedicarse a los revivals. “Hay libros buenísimos que lentamente van siendo remplazados por las novedades. Por eso creemos que merecen otra oportunidad. Si sólo se leyeran las novelas actuales, nadie conocería, por ejemplo, el Quijote”. Luis Carrera había escuchado maravillas sobre Núñez Alonso, le sorprendía las nueve ediciones que había alcanzado en aquella época El lazo púrpura, y las portadas rompedoras que llevaban estas novelas. “Me hablaban muchísimo de esos libros, la gente los tenía guardados en casa como oro en paño, heredados de sus padres, comprados a precio de oro en librerías de viejo…”. Así que decidieron rescatar a Alejandro Núñez Alonso del olvido. Y ahí empezó una nueva aventura.
Buscar los derechos de sus libros se convirtió en una búsqueda casi de novela. Como su antigua editorial ya no los tenía, decidieron ponerse en contacto con sus herederos. Lo único de lo que disponían era del nombre del hijo del escritor: Sergio Núñez Bravo. Rebuscaron en listines telefónicos de España, Méjico y Canadá, mandaron mails y cartas… durante meses recibieron contestaciones de personas que se excusaban diciendo que, efectivamente, se llamaban de esa forma, pero no era a quien estaban buscando. Hasta que, al final, lograron dar en Montreal con la nieta, la cuál les remitió a la verdadera dirección de su padre: Collado de Villalba, Madrid. “Nos reunimos con él a finales de 2007. Era un hombre agradable y se mostraba muy contento con la redición de los libros” explica Carrera. Pero Sergio Núñez-Alonso (que había condensado en uno los apellidos de su padre, y ésa fue una de las grandes dificultades para encontrarlo) enfermó poco después y falleció. Así que Nabla Ediciones tuvo que remprender de nuevo los contactos, esta vez con la nieta del escritor. Parece que todo lo que rodea a Alejandro Núñez Alonso siempre son aventuras.
“Hay libros buenísimos que lentamente van siendo remplazados por las novedades. Por eso creemos que merecen otra oportunidad”
Luis Carrera, editor de Nabla.
Actualmente las críticas que han recibido las novelas reditadas son inmejorables. “Resulta sorprendente cómo en plena época franquista salen cosas en esos libros que, incluso hoy, nadie se atrevería a decir” comenta el editor. “Los censores debieron verlos tan gordos que ni se los leyeron” bromea Luis Carrera. De momento, las ventas de estos libros son más bien tímidas, a pesar de los cientos de comentarios positivos que están generando en diversas páginas de internet. Luis Carrera lo achaca al desconocimiento que aún se tiene del escritor gijonés y de la imposibilidad de luchar contra los gigantes del marketing. “Estamos seguros de que tenemos un producto de calidad extrema, y duele que no se esté conociendo”.
Parece ser que Alejandro Núñez Alonso revive lentamente y se va quitando de encima la nieve para volver a aquella casa de Madrid que realmente era Roma. Nabla reproduce uno de aquellos planos que tenía en su domicilio de la calle Hermosilla y, como en las primeras ediciones, lo pone al frente de la edición moderna que ahora se ofrece al público.
(5 de mayo de 2012)