Alicia Louzao VIII Premio Internacional de Poesía Jovellanos, El Mejor Poema del Mundo, con ‘La tierra de los fracasados’

El 21 de marzo, Día de Mundial de la Poesía, Ediciones Nobel premia desde Asturias como El Mejor Poema del Mundo La tierra de los fracasados, de Alicia Louzao. Según el jurado, La tierra de los fracasados es un poema en versículos de aliento bíblico y alucinatorio con imágenes muy impactantes y una originalísima mezcla entre elementos oníricos y cierto prosaísmo costumbrista.

El poema se editará en un libro junto a los otros 30 finalistas seleccionados por el jurado. Ediciones Nobel dará a conocer en los próximos días la lista definitiva de finalistas en su página web y medios sociales. El premio está dotado con 2.000 euros. En esta edición han participado 2.669 candidaturas escritas en 19 idiomas distintos, que han llegado desde 52 países diferentes. En números, 1.174 son poemas de autores españoles; 332 de Argentina; 213 de Colombia, 173 de México y 112 de Perú, entre otros países destacados; pero también han llegado composiciones de África (Sudáfrica, Namibia y Santo Tomé y Príncipe), La India, Jamaica y Turquía. Este año se han superado todos los récords de participación de un galardón que sigue al alza. El fallo de este Premio es una de las actividades principales de la iniciativa Asturias,

Capital Mundial de la Poesía, que busca que Unesco reconozca al Principado con esta distinción. El premio cuenta con la colaboración estrecha de la Fundación Ramón Areces. El Premio Internacional de Poesía Jovellanos continúa con el mismo espíritu con el que nació: hacer realidad la sugestiva utopía de encontrar cada año “el mejor poema del mundo” con el fin de recordar al ilustre Gaspar Melchor de Jovellanos. El Premio ha sido concedido por mayoría simple.

Una de las peculiaridades a recordar de este Premio es que los poemas que se presenten pueden estar escritos en cualquiera de las numerosas lenguas del mundo.

Biografía de Alicia Louzao

Alicia Louzao nace en Ferrol en 1987, es doctora en Filología Hispánica y licenciada en Filología Inglesa. La autora ha publicado El circo volador (Versátiles, 2020), su segundo libro de poesía que, al igual que el primero, se aleja de las normas del “poemario” entendido como tal. Pausa para una tostada es el relato que salió publicado en La Gran Belleza, y uno de sus versos fue seleccionado por la iniciativa de Versos al Paso (Madrid). Ha escrito en diversas revistas de literatura como Ocultalit o Quimera.

Anteriores ganadores

2014: Sy (Madre). Cristian David López

2015: Chāk (Escapar). Sepideh Jodeyri.

2016: La oscura intimidad de la medusa. Celia Corral Cañas.

2017: Lista da compra da viúva (Lista de la compra de la viuda). Emma Pedreira.

2018: Alejandría. Alejandro Garmón.

2019: Alzheimer. Eliseu Ferrero Calatayud.

2020: Arrugas. Dalia Alonso Secades.

El poema ganador

La tierra de los fracasados

Las madres arden

y los profetas caen por el peso del mundo.

Ya había sucedido hace muchos años pero nadie se acuerda.

De las cosas tristes nadie se acuerda. Las dejamos colgando de los árboles y las barremos

con escobas y les echamos lejía y veneno para cucarachas.

Sin saber que los que no hablan serán los que conquisten el mundo.

Había sucedido hace muchos años.

Y cada jueves o viernes por la noche.

Cuando girabas la cabeza para ver que todo lo que respiraba se había ido para siempre.

Que lo que agarrabas con las manos se había ido para siempre.

En la tierra de los fracasados los hermanos son altivos y se están quedando calvos.

Aman a sus mujeres porque es lo único que tienen. Aunque ellas sean de cartulina oscura

y tengan poco que decir.

Las madres arden.

Los padres buscan barriles con los que rodar por el suelo.

Y los profetas caen por el peso del mundo.

Ya había sucedido hace muchos años pero nadie se acuerda.

Ya había sucedido en enero cuando se acababa el invierno de la maleta y en la mesa no

estaban los ojos que sabían mirarte. Que sabían lo que escondes porque sabían mirarte.

Como un águila sabe mirar a una piedra.

Como un águila sabe que una piedra no le alimenta. Pero tampoco le hace daño. Tampoco

la va a atacar. La dejará volar triste mientras busca algo que realmente se mueva.

Puede que eso fuera nuestro apocalipsis.

Imagino que esto ya había sucedido hace tiempo. Me lo soplaron en el oído con un rumor

de cartas aceitosas y cabello ensortijado. Lo supe de inmediato. Los paseos solitarios, las

flores en la carretera, el dolor en los labios y en los dientes que muerden los labios.

Los paseos solitarios.

La falta de una voz que preparaba macarrones y preparaba lentejas y el apocalipsis que

vino a la cueva donde tú sabías mirarme como el águila sabe mirar a una piedra. Que sabe

que no le va a hacer daño. La mueve con el pico o la golpea con las alas para que se vaya

caminando hacia el abismo.

Ya había sucedido hace muchos años.

Los hermanos en su armario de juguetes siendo mayores y siendo diabéticos y siendo

estúpidos como un sombrero de paja en un espantapájaros al sol. Las madres que arden.

Los padres en los barriles y las flores en las carreteras.

Y el paseo solitario en la tierra de los fracasados.

Donde siempre huele a mar y a pescado y a sal. Donde los abuelos se apoyan en las

barandillas contando los barcos pesqueros clavados en el agua como un pensamiento y

una enfermedad. Los hermanos creciendo dentro de los armarios.

Las calles desiertas.

Lo de siempre.

Y los chicos que prometen una ola pasajera y se suben a una cama y dan

saltos hasta por

fin desaparecer del mapa con su gato con sus ojos con su pelo en la espalda con su camisa

abrochada

con sus miserias.

La tierra de los fracasados tiene mucho que opinar sobre el apocalipsis y sobre la Historia

que Estamos Viviendo. Porque los paseos solitarios comenzaron hace años y los cristales

rotos en las tiendas y los que no tienen dónde ir.

Esto ya había sucedido hace tiempo. Pero nadie se acuerda

de que es el pan nuestro de cada día.

Los profetas caen con todo el peso del mundo.

 

Fotografía de Alicia Louzao: Facebook de la autora

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Sobre el autor

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