Fueron a buscar a Miguel de Unamuno a su auto-exilio en Hendaya para que les firmara como celebración el volumen número 2.000 de la biblioteca. A partir de ese día de 1929 la Biblioteca Pública “Menéndez Pelayo” de Castropol ha ido reuniendo, atesorando y ensanchando los 217 volúmenes que forman parte de su “Sección de Autógrafos”. En ellos nos encontramos plasmadas las firmas, entre otros, de Valle Inclán, Baroja, Azorín, María Moliner, Cela, Torrente Ballester, Ismail Kadaré o Leonard Cohen. Tesoros de puño y letra.
Recientemente esta peculiar e histórica “Sección de Autógrafos” se ha visto impulsada por la colaboración de la Fundación Príncipe de Asturias, que ha facilitado la creación de una subsección “Premios Príncipe de Asturias”, donde se recogen títulos dedicados por los autores premiados con el Príncipe de Asturias de la Letras y de los sucesivos miembros de los jurados de estos premios.
Si tuvieran que levantar la mano todos los bibliófilos que alguna vez no han soñado con tener en sus estanterías Canto General firmado con la característica tinta verde de Neruda o El Aleph dedicado por el propio Borges, parecería que estuviésemos preguntando a un grupo de mancos. El autógrafo da al libro un valor añadido, una prueba de singularidad, lo convierte en pieza rara. Los libreros lo persiguen, los coleccionistas lo atesoran, los buenos lectores lo conservan con celo y los malos lo abandonan con indiferencia. Tal como pintores cotizados, los autógrafos de algunos escritores se han vuelto piezas de coleccionistas y sus precios pueden remontarse a cifras inimaginables, como aquella de James Joyce, en una primera edición de Ulises, que en una subasta se remontó a la elegante cifra de 460. 000 euros en 2002. Así la historia de los libros ha dado a los autógrafos su espacio y su valor como sello distintivo de un instante atrapado en el tiempo con letras irrepetibles. Y éste es precisamente el tesoro que se guarda, se conserva y se va ampliando en Castropol: dentro del fondo bibliográfico de la castropolense Biblioteca Menéndez Pelayo, destaca una sección que se ha venido denominando a lo largo de la historia de la biblioteca como Sección de Autógrafos. En ella nos podemos encontrar con las firmas de gran parte de los componentes de la generación del 98 y hasta de algún Premio Nobel; libros, de distintos géneros, escritores y épocas, que fueron dedicados por sus autores a la biblioteca de Castropol, conocedores la mayoría de ellos de la labor cultural que ésta desarrollaba en su entorno.
“Los libros que pertenecen a ésta sección están fuera de la sala de lectura, por evidentes cuestiones de conservación” explica Manuela Busto, bibliotecaria de Castropol. “Sin embargo los usuarios pueden conocerlos a través del catálogo. No están en préstamo, pero la biblioteca cuando realiza jornadas de puertas abiertas, recibe a colectivos de visita a la biblioteca y demás. Se encarga de organizar pequeñas exposiciones para que estos “pequeños tesoros” sean conocidos y valorados”.
Para conocer el inicio de esta sección tenemos que remontarnos en el tiempo hasta 1922, el año en el precisamente se publicó el Ulises de Joyce y la fecha del nacimiento de la Biblioteca Popular Circulante de Castropol, con la que se inició un apasionante viaje de la cultura y actividad cultural en el medio rural que se ha mantenido hasta hoy, donde la Biblioteca rebautizada como Menéndez Pelayo recoge el testigo de aquellos “pioneros” de la cultura para todos. Por ése precisamente fue el espíritu con el que se fundó la BPC: unos jóvenes entusiastas apostaran por la idea de una biblioteca popular para enseñar la cultura a la gente humilde. Durante sus casi 15 años de existencia, la BPC organizó una red de bibliotecas rurales con el fin de instruir a la población de la comarca y fue considerada de las mejores, si no la mejor, de su clase en España.
Cuando la Biblioteca Popular Circulante llegó en 1929 al volumen 2000, decidieron otorgar éste número al Romancero del Destierro de Miguel de Unamuno. Se celebró un acto especial para celebrar el evento y, en la Junta de la biblioteca, fue precisamente donde surgió la original idea de conseguir que el propio Unamuno dedicara el libro. A través de uno de los colaboradores, el profesor Pedro Penzol, el 23 de septiembre de 1929 Miguel de Unamuno recibió el libro en Hendaya y puso su autógrafo al volumen 2.000 de la BPC. La crónica de este significativo encuentro apareció publicada en el periódico El Aldeano bajo el título Un autógrafo de Unamuno. “Hotel modesto con una terraza enfrente; me dicen que D. Miguel está en el comedor pues es puntual y come solo: me siento a esperar en una mesita de la terraza y abro un libro” escribe Penzol en aquel artículo que apareció el 15 de enero de 1930. “A los pocos minutos una sombra se detiene a mi lado; levanto los ojos, es Unamuno. Alto, descubierto, chaleco cerrado arriba y un grueso migajón de pan cerrado en la mano (lo he sorprendido sin sus pajaritas de papel). Es más joven, menos imponente que en los retratos: es, o me lo parece al menos, un buen provinciano, sencillo, sin afectación, ni desconfiado ni orgulloso; un hombre liso y llano, de voz clara y franca carcajada. Me dijo que recordaba la B.P.C. Ya le habían hablado de ella: sacó su estilográfica y escribió la dedicatoria. Después nos metimos a hablar”. “A la BPC de Castropol”, escribió Unamuno con una letra tan gris y oscura como sus propias palabras. Luego su firma, un lugar y una fecha: “Hendaya, 23 IX 29″. Así se gestó la piedra angular de esta extensa y valiosa sección que hoy en día ya alcanza los 217 volúmenes, y todos con dedicatoria a la biblioteca, la Popular Circulante, o la Menéndez Pelayo, por sus autores.
Los fundadores de la BPC mantuvieron contactos con numerosos autores de reconocido prestigio que enviaron a Castropol sus obras alabando muchos de ellos la tarea que la Biblioteca realizaba en su entorno. Manuel Bartolomé Cossío, fundador de las Misiones Pedagógicas, siempre admiró la labor de la biblioteca y en uno de sus discursos llegó a afirmar “quisiera mil castropoles en España”. “La labor desarrollada por los impulsores de la Biblioteca Circulante de Castropol era bien conocida por el Patronato de Misiones Pedagógicas” explica Manuela Busto. “Lazos de amistad y admiración mutua que se tradujeron en contactos frecuentes y en las visitas de algunos misioneros a Castropol. Es lógico pensar que esta amistad se tradujese en la obtención de libros dedicados para la Biblioteca, ya que el Patronato mostraba su reconocimiento a la labor desarrollada por el centro castropolense“.
Tal es el caso de Luis Cernuda (la biblioteca ha diseñado una ruta literaria basada en el relato que éste escribió) el cual pasó dos semanas en el verano de 1933 en Castropol y, aunque no dejó firmado ningún libro, sí que dejó un nuevo nombre para Castropol: Santiniebla.
Otro de estos misioneros fue nada más y nada menos que Federico García Lorca, quien dedicó dos libros a la biblioteca, con motivo de su visita a Castropol en agosto de 1932. Había venido a la vecina villa de Ribadeo (Lugo) con su grupo de teatro La Barraca y desde allí fue invitado a visitar la biblioteca por uno de sus fundadores, Vicente Loriente, que además pudo solicitarle indicaciones sobre decorados y el manejo de muñecos que la biblioteca preparaba. Las páginas de El Aldeano se hicieron eco de éste encuentro: “Antes de regresar a Ribadeo los estudiantes visitaron la biblioteca, que les interesó mucho, llevándose sendos ejemplares del extraordinario de El Aldeano y firmando García Lorca las dedicatorias de dos de sus obras –Primer romancero gitano y Mariana Pineda- no pudiendo hacerlo con las demás por estar servidas”. Sin embargo, las obras citadas no han aparecido nunca en la biblioteca, “víctimas con toda probabilidad de la censura de la época” matiza Busto.
Muchos son los autores que han plasmado su autógrafo e interesado por la labor de la biblioteca: Dámaso Alonso, Pío Baroja, Azorín, María Moliner, Gerardo Diego, Camilo José Cela, Torrente Ballester, Calvo Sotelo… Así podemos apreciar no sólo la labor literaria de estos gigantes de nuestra literatura sino también algunos pequeños matices como la letra clara y desenfadada de Baroja o los trazos juguetones de Valle Inclán, quienes en su rúbrica también plasmaban su estilo.
Pero esta labor de la Sección de Autógrafos no ha quedado detenida en el tiempo. “Otras personas ligadas a la biblioteca se han encargado de mantener viva ésta sección y desde que soy responsable del centro (1990) he querido continuar con esta labor de difusión de nuestra biblioteca y de lo que desde ella se realiza” dice Busto.
Los libros han ido llegando a Castropol por distintas vías, no siempre postales. Gerardo Diego ponía su firma en una conferencia leída en el Centro Gallego de Montevideo el 12 de Octubre de 1928. En 1983 otro autor gallego, Gonzalo Torrente Ballester, firmaba en el hotel de la Reconquista de Oviedo su libro Dafne y ensueños y le ponía ésta dedicatoria:“A la Biblioteca Popular de Castropol, con mi saludo desde el otro lado del Eo”. “Hemos aprovechado a los autores que han pasado a presentar sus libros por la biblioteca para solicitarles su dedicatoria” comenta Busto, como es el caso de María Luisa Prada Sarasúa o Carmen Gómez Ojea. Las visitas también se aprovechan para que plasmen su rúbrica y así han dejado su firma Javier Almuzara (quien hizo campaña en la Biblioteca de Castropol, junto con otros poetas, a favor de las Bibliotecas Públicas), Ramón Rodríguez, Alfredo Conde o incluso el seleccionador Vicente del Bosque en su visita a la Casa de Cultura de Castropol en octubre de 2011 dedicó el libro El método Del Bosque: “Para los amigos de la biblioteca de Castropol, con mi agradecimiento y afecto”.
Manuela Busto recuerda con especial afecto la visita que socios del SEDIC realizaron a la Biblioteca en mayo de 2010 con motivo de la concesión a ésta del III Premio Nacional SEDIC a la Calidad e Innovación en Bibliotecas Rurales. “Les acompañaba la profesora e investigadora Emilia Currás, una joven y entusiasta socia de ochenta y tantos años, que se mantuvo muy activa y participativa durante toda la visita que duró un fin de semana. Nos dedicó varios de sus libros, entre ellos Ciencia de la información bajo postulados sistémicos y sistemáticos”. En otras ocasiones los libros se consiguen a través de terceros, como fue el caso del ex presidente del gobierno Leopoldo Calvo-Sotelo quien hizo llegar a la biblioteca su libro Papeles de un cesante: la política desde la barrera a través de su hijo en agosto de 1999, ya que éste era por aquel entonces alcalde de Castropol.
Curiosa es el la firma del poeta catalán Salvador Espriu, que dedicó en enero de 1974 sus Obres completes. I Poesía a la biblioteca con la siguiente dedicatoria:“Para la “Biblioteca Menéndez y Pelayo” de Castropol, con toda mi admiración por su callada y eficaz labor al servicio de la entrañable e inmortal cultura gallega”.
En la actualidad dentro de la sección se ha comenzado a formar una subsección bajo el epígrafe: “Premios Príncipe de Asturias”. Con la inestimable colaboración de la Fundación Príncipe de Asturias, y de su directora, Teresa Sanjurjo, esta sección alberga títulos de los autores premiados con el Príncipe de Asturias de la Letras, así como libros de los sucesivos miembros de los jurados de estos premios. “En estos dos años hemos conseguido más de 25 títulos dedicados a la biblioteca, enviados a ésta por la Fundación Príncipe de Asturias” narra Manuela Busto. “El pasado junio con motivo de la concesión del Príncipe de Asturias de la Letras a Philip Roth, la biblioteca estuvo presente en el fallo y tuvimos la oportunidad de charlar con los miembros del jurado de éste importante premio y recoger algunos libros dedicados“. Entre otros, han dedicado sus trabajos a la biblioteca de Castropol: Carmen Iglesias, Adela Cortina, Eduardo Punset, Juan Cruz, Sanchez Dragó, Soledad Puértolas, Alex Grijelmo, Gonzalo Anes, Amelia Valcarcel, Armas Marcelo, Rosa Navarro Durán, Ismail Kadaré, Howard Garned y Leonard Cohen.
El último libro añadido a esta sección ha sido precisamente de uno de los miembros del jurado del Premio Príncipe de Asturias de Investigación, Juan Luis Arsuaga -de actualidad en el mundo de las bibliotecas pues ha impartido la conferencia inaugural del VI Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas, celebrado en Burgos-.
De esta forma dedicó a la biblioteca Mi Primer libro de la Prehistoria: cuando el mundo era niño: “Para la biblioteca Menéndez Pelayo de Castropol con todo cariño. Que lo lea mucha gente, que se gaste y se transmita como una antigua leyenda”.
En Castropol esperan que esta sección siga creciendo y alimentando la crónica cultural de un pequeño concejo del occidente asturiano. Tal vez por eso una de las dedicatorias preferidas de Manuela Busto sea la que María Moliner, esa giganta de las letras que ha alumbrado a tantas escritores en castellano, dejó impresa en su Diccionario de uso del español: “Vaya la expresión de mi cariño a la Biblioteca de Castropol, la de siempre, con fe en que los años heroicos dejarán mucho más que añoranza”.
ALGUNAS DEDICATORIAS DE LA SECCIÓN DE AUTÓGRAFOS DE LA BIBLIOTECA PÚBLICA “MENÉNDEZ PELAYO” DE CASTROPOL
Manuel Bartolomé Cossío, De su jornada (fragmentos):
“Para la Biblioteca popular de Castropol, con la admiración más fervorosa hacia la admirable labor que viene realizando”
Azorín, Agenda
“Pongo un hito –que marca el cinco millar- en este volumen de la Biblioteca Municipal de Castropol (Oviedo) titulada Menendez Pelayo”
Valle Inclán, Tirano Banderas:
“Para la Biblioteca Circulante de Castropol, recuerdo de Valle Inclán”
Dámaso Alonso, Obras Completas
“En el día del homenaje a Vicente Loriente, tengo mucho gusto en afirmar aquí de nuevo mi entusiasmo y mi cariño por la figura del hombre que dedicó la fuerza de su espíritu a la fundación y al auge de esta estupenda biblioteca de Castropol”
Pío Baroja, El cantor vagabundo:
“A los lectores de la Biblioteca de Castropol con un saludo”
José Vasconcelos, Pesimismo alegre:
“Recuerdo de una visita muy grata a Castropol”
Concha Espina, El Jayón
“Para la Biblioteca Popular Circulante de Castropol”
Camilo José Cela, La familia de Pascual Duarte
“A la Biblioteca popular Menéndez Pelayo de Castropol. Muy cordialmente”
Leonard Cohen, El juego favorito
“To Biblioteca Publica Municipal Menendez Pelayo de Castropol thank you for your interest in my work”
Howard Gardner, Mentes creativas: una anatomía de la creatividad
“Para la Biblioteca Pública Municipal Menendez Pelayo de Castropol”
Carmen Iglesias , No siempre lo peor es cierto
“Para la Biblioteca de Castropol y a todos sus lectores, con todo mi afecto y mis mejores deseos”
Amelia Valcárcel, La memoria y el perdón
“Para la Biblioteca Menéndez Pelayo de Castropol, con respeto y afecto”
Eduardo Punset, Excusas para no pensar
“A la Biblioteca Menendez Pelayo de Castropol sois los dignos sucesores y mejores profesionales de la Ruta de la Seda”
Alex Grijelmo, La Gramática descomplicada
“A la biblioteca municipal Menendez Pelayo de Castropol, que sabe cómo dejar que los libros duerman hasta que un lector decida despertarlos”
Adela Cortina , Neuroética y Neuropolítica: sugerencias para la educación moral
“Para la Biblioteca municipal de Castropol con un gran afecto”
J.J. Armas Marcelo, La noche que Bolívar traicionó a Miranda
“Para la Biblioteca Pública Menéndez Pelayo de Castropol con la amistad de Juancho”
Soledad Puértolas, Compañeras de viaje
“Para la Biblioteca Menéndez Pelayo de Castropol, con todo afecto”
Fernando Sánchez Dragó, Gárgoris y Habidis: una historia mágica de España
“Para la Biblioteca Municipal Menéndez Pelayo de Castropol… Sincronías: Sin la Historia de los Heterodoxos Españoles de don Marcelino este libro hubiera sido mucho menos libro de lo que es”