No es país para viejos

No es país para viejos

Joel Coen & Ethan Coen

Estados Unidos, 2008

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Sinopsis:

Llewelyn Moss (Josh Brolin) se topa en medio del desierto tejano con las consecuencias de un fallido trato entre narcotraficantes de la frontera: un buen puñado de cadáveres, kilos de heroína y dos millones de dólares. La tentación es demasiado grande como para desperdiciar este billete a una vida mejor —máxime teniendo en cuenta que vive con su esposa, Carla Jean (Kelly Macdonald) en una vetusta autocaravana—; así, coge el dinero y planifica su huida, iniciando con ello un torbellino de violencia que tiene su epicentro en el letal y diabólico Anton Chigurh (Bardem), su principal perseguidor. Tras la pista de ambos, el desilusionado, frustrado y serenamente desangelado sheriff Ed Tom Bell (Tommy Lee Jones), es incapaz de seguirles los pasos y turbado ante los cambios del mundo en el que vive, para él cada vez más alejado del que conoció en su juventud.

Comentario:

Todo contribuye a la redondez de la propuesta de esta película de los hermanos Coen basada en la novela homónima de Cormac McCarthy, desde los paisajes áridos, desasosegantes y aplastados por el eterno sol del Oeste tejano, hasta la ausencia de banda sonora, un metraje rendido tan sólo al sonido de un ambiente tan parco y deshumanizado como los sucesos que enmarca. En este contexto frío y apático, el trío central puede conformar una sola figura, cada uno de ellos aportando sentimientos que van desde la exasperante parsimonia de Chigurh a la rudeza y emoción encubierta de Moss, pasando por la desidia de Bell, derrotado desde el momento en el que su voz en off arranca la narración abriendo un círculo que él mismo cierra con un relato final que provoca un pasmo en el espectador del que cuesta recuperarse. La dirección de actores, una de las virtudes definitorias del cine made in Coen, es soberbia, extendiendo su saber hacer más allá del tridente central y logrando extraer lo mejor de cada participante de la tragedia, por escasa que sea su participación en la obra..Además este es uno de esos extraños casos en los que el espectador se ve inmerso en la trama desde el primer instante, sin que su interés decrezca en ningún momento, fascinado por un reparto coral extraordinario; como remate de esta pirueta artística y formal, los responsables del proyecto son capaces de disfrazarlo todo de tal forma que ni siquiera nos percatamos de que Bell es el protagonista absoluto, el viejo del título que ve pasar la vida con la etérea sombra del fantasma de su padre, pretérito cowboy de Río Grande, planeando sobre su existencia. Porque, en efecto, estamos ante lo que no es otra cosa sino un western moderno y que desmitifica definitivamente la dorada grandeza del Oeste americano, un momento en que el Bueno y el Malo —con mayúsculas— luchaban conforme a valores más o menos válidos pero que defendían con convicción desde uno y otro lado de la Ley. Aquí no hay nada consistentemente hermoso, en un momento —la historia está ambientada en 1980— en el que Estados Unidos comenzaba a perder sus libertades en beneficio de un caos que aún sigue apoderándose de una sociedad tendente al temor de manera peligrosamente natural.

 

(José Arce en www.labutaca,net)

 

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Sobre el autor

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