Natalia Menéndez (Avilés, 1973) es una de las voces más interesantes de la poesía asturiana contemporánea. Tras unos años de silencio editorial vuelve a las librerías y a los estantes de nuestras bibliotecas con un nuevo poemario, El síndrome Kalashnikov (Trabe, 2012), una obra que recoge sus últimas creaciones y “resume los últimos cuatro años de mi vida”, según palabras de la propia autora.
Doctora en Filología Inglesa por la Universidad de Oviedo, trabaja como profesora de Lengua y Literatura en un instituto de Enseñanza Secundaria. Es colaboradora habitual del diario La Nueva España y ha publicado los poemarios Las virtudes cardinales (Ayuntamiento de Avilés, 2007), La nostalgia del caníbal (KRK, 2007), y Restos de un naufragio (Universos, 2008). También es autora de un libro de inglés técnico audiovisual y coautora de los libros Guía literaria de autoras británicas del siglo XIX (Nassa, 2002) y Literatura inglesa contemporánea (Trabe, 2005). En 2006 obtuvo los premios de poesía Ana de Valle (ex-aequo) por Las virtudes cardinales y el Nené Losada Rico por Restos de un naufragio. En 2007 recibió el premio Asturias Joven de Poesía por La nostalgia del caníbal.
1. Proponga un menú literario: entrada, plato principal y postre.
Pedro Páramo de Juan Rulfo para empezar, como plato principal El corazón de las tinieblas de Conrad y unos versos de Sylvia Plath como postre, por ejemplo.
2. ¿Cuál ha sido el último libro que ha sacado en préstamo de una biblioteca?
Luna de lobos, de Julio Llamazares, en préstamo de la biblioteca escolar del instituto de Tineo, donde trabajo.
3. ¿Qué escena literaria le viene en este momento a la mente?
Una de las escenas finales de Edipo Rey, cuando Edipo sacrifica sus ojos ante el cuerpo sin vida de Yocasta.
4. ¿Se ha enamorado de algún personaje literario?
No lo recuerdo, pero en todo caso se trataría de un enamoramiento transitorio, y de personajes que provocan sentimientos ambivalentes, como Heathcliff de Cumbres Borrascosas.
5. Sugiera una tríada de poetas.
T.S Eliot, Gil de Biedma y Wislawa Szymborska. Aunque elegir sólo tres es traicionar a otros muchos.
6. ¿Cuál ha sido la (o las) Biblioteca de su vida?
La biblioteca Bances Candamo de Avilés, mi segunda casa cuando estudiaba en el instituto y en la universidad. También debería mencionar la biblioteca escolar del colegio donde estudié EGB, el Apolinar Hevia. Cada una pertenece a una etapa de lectura distinta, las dos han sido muy importantes.
7. ¿Con qué libro despertaría el amor a la lectura en un adolescente?
Finis Mundi, de Laura Gallego, tiene mucho éxito entre los adolescentes en la ESO. En bachillerato suelo recomendar El guardián entre el centeno de Salinger.
8. Cite tres novelistas a seguir por cualquier lector.
Virginia Woolf, Paul Auster, García Márquez…
9. Proponga una medida a favor de la difusión de la lectura.
Orientar los planes de estudios hacia la lectura por placer y no por obligación, bajar los precios de los libros, entre otras cosas. Algún programa televisivo sobre libros que atraiga a los jóvenes, no estaría mal.
10. ¿Quiénes son sus compositores o músicos favoritos?
Morrissey, The Cure, Los Ramones, Janis Joplin y muchos otros.
11. ¿Alguna lectura ha marcado especialmente su vida?
La metamorfosis de Kafka y, sobre todo, Las Flores del mal de Baudelaire.
12. ¿A qué autor rescataría del olvido?
Un poeta canario, Félix Francisco Casanova. No sé si se puede considerar un poeta olvidado, pero aunque se ha reeditado su obra hace un par de años, creo que no es muy conocido. La lectura de sus versos influyó bastante en los poemas que yo escribía a los 18 años.
13. Seguro que podría recomendarnos la visión de al menos tres películas.
Vértigo, de Hitchcock, American Beauty, La Ola. Alguna comedia de Woody Allen o La vida de Brian, para no dejar de sonreír.
14. ¿Qué poema interpreta sus sentimientos?
Uno propio, lógicamente. Y de los ajenos, Gil de Biedma: “Que la vida iba en serio/uno lo empieza a comprender más tarde…”
15. ¿Cuáles son sus nombres favoritos?
Nunca he pensado en ello. Supongo que el único nombre que he escogido, el de mi hija Mara.
16. ¿A qué lugar salido de la imaginación de un autor le gustaría trasladarse?
A la Utopía de Tomás Moro, con algunos matices.
17. Sus artistas más admirados son…
Salvador Dalí y René Magritte.
18. El último libro que ha comprado ha sido…
La semana pasada compré El jazmín y la noche de Almudena Guzmán, su poesía reunida, publicada por Visor.
19. ¿Puede el e-book reemplazar al formato clásico?
Son complementarios, no creo que el libro en papel desaparezca.
20. ¿Podría decirnos cómo ordena su biblioteca personal?
Es un pequeño caos controlado. Algunas secciones por géneros (la poesía ocupa varias estanterías), otras por idioma (todos los libros en inglés en otro lugar), y a veces por tamaño, porque no todas las estanterías son iguales.
21. ¿Dónde desearía vivir?
Temporalmente en algunas de la ciudades que he visitado: Nueva York, Tokio, Londres, Praga…
22. ¿A qué persona viva admira?
A todas las personas altruistas, a los que se sacrifican por los demás.
23. A su juicio ¿cuál es la mejor obra literaria adaptada por el cine?
No podría decir cuál es la mejor, hay muchas buenas versiones: La naranja mecánica, Blade Runner, Rebeca…
24. ¿Qué está leyendo actualmente?
El cementerio de Praga de Umberto Eco y El jazmín y la noche de Almudena Guzmán. Con mis alumnos de bachillerato releo a Ángel González.
25. ¿Para qué sirve la lectura?
Dice Antonio Gamoneda que “leer es vivir dos veces”. Poco más puedo añadir.
El síndrome Kalashnikov
Natalia Menéndez
Trabe
68 págs.
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El síndrome Kalashnikov es el diario de una guerra: la batalla por la vida cotidiana, que unas veces se gana y otras se pierde. Dividido en tres apartados («El síndrome Kalashnikov», «Cartografía del frente», «Zonas comunes») y un epílogo, los versos se deslizan por los poemas con imágenes contundentes y un espíritu de derrota que el yo poético salva, unas veces con una palabra certera y actitud de rebeldía, otras sumergiéndose en él para cantar el fracaso y el dolor de la herida. En todo caso, el poemario es un conjunto de poemas bien estructurado, dolorido pero lleno de vida, en el que «todo lo que queda» es «el campo arrasado, / el recuerdo aniquilado de los días y las noches, / de gatillos y pólvora».