Diana Krall
Glad rag doll
Verve, 2012
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Diana Krall se aleja en Glad Rag Doll de los standards de jazz, se ha puesto a las órdenes de T Bone Burnett en la producción, ha contado con Marc Ribot en las guitarras, deja el piano de cola por un piano vertical y rinde homenaje a canciones (en su mayoría norteamericanas, elegidas de entre la monumental colección de 78rpm de su padre) con las que creció y empezó a escuchar música.
El disco es una tonificante y audaz exploración de nuevos sonidos, nuevas instrumentaciones y nuevos músicos, plagado de travesuras, humor y una sensación renovada de delicadeza e intimidad. Se revela en ese punto de fuga en el tiempo en el que toda la música (swing, rock y tabú) acaba chocando con canciones de nostalgia, consuelo y dolor. Todas vuelven a renovarse en un vodevil fraguado en la propia imaginación de Krall.
Supone al mismo tiempo un importante cambio de rumbo y una progresión natural para esta cantante que es un dechado de talento. Diana llama simplemente al álbum “un disco de canción y baile”.
Como sucede siempre con un disco de Diana Krall, el toque característico que imprime a su música y su sentido único del tiempo resultan cruciales. Ha establecido una nueva y apasionante relación rítmica con el percusionista Jay Bellerose y el bajista Dennis Crouch, lo cual ha dado rienda suelta a la ejecución pianística más jubilosa que se le ha oído en disco hasta el día de hoy.
Entre los nuevos elementos que se introducen en el proceso espontáneo de los arreglos se encuentran los comentarios misteriosos, y en ocasiones cómicos, procedentes de los teclados de Keefus Green.