Michael Haneke
Cameo, 2013
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Sinopsis:
Georges y Anne son dos profesores de música clásica jubilados. Ambos han sobrepasado los ochenta años y poseen una gran cultura. Su hija también se dedica a la música y vive fuera de Francia con su familia. Un día, Anne sufre un infarto. Al volver del hospital, un lado de su cuerpo está paralizado. El amor que ha unido a la pareja durante tantos años se verá puesto a prueba.
Comentario:
Michael Haneke lleva toda su filmografía nombrando Georges y Anna a sus protagonistas. Así ha sido en Funny games, Código desconocido, El tiempo del lobo y Caché. Georges y Anne son una pareja a menudo burguesa, culta, a veces melómana. Amor es la última estación para Georges y Anne. Y la película más accesible del cineasta austriaco que pronto recogerá su premio Príncipe de Asturias de las Artes: Palma de Oro en Cannes (la segunda para el austriaco tras La cinta blanca), triunfadora en los premios del cine europeo sobrepasando expectativas, multinominada en los Oscar (mejor película de habla no inglesa, mejor guión, mejor actriz, mejor director y mejor película).
Hay que ir con cuidado. Amor es, en primer lugar, una película ascética. Muy poca música y mucha descripción de acciones. El amor no se expresa por boca de lo personajes. El amor se ve y ese es el milagro. Huyendo de la sensiblería, Haneke se encuentra con el dolor en un nivel más íntimo. Si cada acción desata una reacción, a la fuerza del amor le corresponde la desolación.
Contrario a interpretar sus películas (“en el momento que algo puede ser descrito con un término está artísticamente muerto”, decía en Cannes), Amor se puede explicar como un diario de amor y muerte. Aunque hay más: el paso del tiempo, el olvido, relaciones paternofiliales, diferencias generacionales.
Haneke aplica sistemáticamente una sencilla regla cinematográfica: cuánto más largo es el plano, más absorbente es la escena. Tal vez porque ha recreado el apartamento basándose en el de sus padres en Viena, Haneke logra la inmersión total del espectador en el piso.
Amor es también el emocionante revival de dos actores clásicos. Jean Louis Trintignant es, para el cine francés e italiano, el hombre que siempre estuvo allí. Desde que babeaba tras Brigitte Bardot en Y dios creó la mujer (1956) hasta el huraño fisgón de Rojo (1994), pasando por el juez de Z (1969), o el tímido estudiante de La escapada (1962), o protagonizando Un hombre y una mujer (1966), la revolución estética con un punto hortera que también ganó Cannes y Oscar. Tras 14 años de reclusión teatral, Haneke le convenció para regresar al plató con el visionado de La cinta blanca como argumento. Ahora que los focos de Hollywwod no le apuntan, conviene recordar que Amor está cimentada en su cuerpo y mirada.
Emmanuelle Riva es el rostro de otra cinta fundacional, una de las cuatro o cinca películas que pueden reclamar ser el origen de la Nouvelle Vague: Hiroshima mon amour (1959). De amour a amour, Riva puede ganar un Oscar a los 85 años. La división entre los partidarios de Jennifer Lawrence y de Jessica Chastain podría beneficiarle.
Isabelle Huppert, musa de Haneke y no menos leyenda, es el contrapunto generacional y amoroso. Su frialdad a lo Catherine Deneuve recalca que el vínculo entre Georges y Anna, sus padres, no es frecuente.
Amor es en definitiva una película paralizante y extraordinariamente emotiva, quizás la película más inolvidablemente honesta sobre la vejez que se haya nunca.
(Esteban Ramón en www.rtve.es)