Hace unos días Ángeles Caso visitó la Biblioteca de La Granja, de Oviedo, para participar en su club de lectura y departir con sus componentes sobre su última novela, Donde se alzan los tronos (Planeta, 2012). Aprovechamos la ocasión para charlar con la que sin duda es una de las autoras más importantes de la literatura asturiana, que una vez más está alcanzando un notable éxito de crítica y público con esta nueva novela y que acaba de ver publicada una nueva obra, su personal y literaria biografía de Gauguin, el alma de un salvaje.
Ángeles Caso (Gijón,1959). Licenciada en Historia del Arte, entre su obra narrativa destacan, junto con las nuevas obras ya citadas: Elisabeth, emperatriz de Austria-Hungría o el hada maldita; El peso de las sombras (finalista del Premio Planeta 1994); El mundo visto desde el cielo, y El resto de la vida. Un largo silencio (Premio Fernando Lara 2000). Ha escrito también las biografías Elisabeth de Austria-Hungría: álbum privado y Giuseppe Verdi. La intensa vida de un genio, así como los ensayos Las olvidadas. Una historia de mujeres creadoras y Las casas de los poetas muertos. Su obra se completa con cuentos infantiles, guiones de cine y traducciones. Contra el viento, Premio Planeta 2009, ha sido traducida a diez idiomas y galardonada con el Premio a la mejor novela extranjera en China. Es también colaboradora habitual de la Cadena Ser y La Vanguardia.
Aun está metida de lleno en la promoción de su novela y ya tiene una nueva obra en las librerías, una situación inédita en su trayectoria ¿cómo vive esa convivencia en los escaparates de sus dos últimas creaciones?
A veces los plazos de las editoriales no coinciden con los de nuestro trabajo, y ocurren cosas así. No creo que sea bueno que coincidan a la vez dos libros del mismo autor, pero en este caso son dos obras muy diferentes, una novela y un libro de arte. Nada que ver el uno con el otro.
En Gauguin. El alma de un salvaje ha investigado la figura del genial pintor francés para brindarnos una biografía que va más allá del academicismo, para ayudarnos a comprender su búsqueda de inspiración y el trasfondo de su proceso creativo…
A mí me gustan muchísimo las biografías, como lectora y como escritora. Pero no me interesan aquellas que se limitan solo a los hechos, sino las que se atreven a interpretar, las que profundizan en el “alma” del biografiado. Y así es como intento hacerlas. Y además, Gauguin se lo merece. Fue un pintor genial, de un enorme atrevimiento, y un hombre con una vida muy sorprendente.
El proceso creativo de esta obra para usted ha tenido que ser bien al de su última novela, Gauguin es un buen complemento a la exposición que en estos momentos se le dedica en el Museo Thyssen, la investigación, una vez más, es uno de los ejes de su obra…
En realidad, no tiene nada que ver con la exposición. Es un proyecto en el que yo llevo trabajando muchos años, lentamente, traduciendo sus textos y uniéndolos con su obra pictórica. Ha sido la editorial la que ha considerado que era un buen momento para publicarlo, pero el trabajo ya estaba hecho.
El estudio de sus textos más personales aporta una visión distinta de un pintor, en su libro nos ayuda a observar sus pinturas a la luz de dichos textos, la palabra adquiere una especial relevancia…
Sí, por eso quise hacerlo así. La obra escrita de Gauguin se ha publicado a menudo, tanto en francés como en traducciones al español. Pero es la primera vez que aparece unida a sus pinturas, y creo que se complementan a la perfección. Sus textos permiten entenderle mucho mejor como pintor, y, en realidad, nos acercan al proceso creativo de cualquier artista.
Ha realizado una biografía ilustrada –la obra cuenta con más de 150 imágenes-, de un personaje cuya vida es casi una novela, ¿cómo resumiría el atractivo del personaje para un lector no habitual del mundo del arte?
Hay que imaginarse a un hombre que, a los 30 años, tiene una vida perfectamente organizada y burguesa: un buen trabajo en la Bolsa de París, dinero, esposa, cinco hijos. Y entonces lo abandona todo para dedicarse al arte, y a partir de ese momento vive en la miseria, porque el público no le comprende ni le acepta. Ni siquiera su huida a Tahití, en busca del “paraíso”, le permitió abandonar esa vida de pobreza.
Queríamos centrarnos en su novela Donde se alzan los tronos, donde vuelve a sorprendernos con un nuevo cambio de registro literario y temático, un regreso a la Historia -que ha estudiado y reflejado en distintas biografías y ensayos-, pero que ahora retoma con una novela histórica que se aleja de los cánones del género, entre otras cosas por su contemporaneidad…
Bueno, eso espero, que se aleje de los cánones. No me gustan las novelas de género, sea el que sea. Nunca he querido que me pongan etiquetas fáciles. Y aunque es cierto que Donde se alzan los tronos habla de sucesos reales que ocurrieron hace tres siglos, mi pretensión era reflejar muchas de las cosas que estamos viviendo y padeciendo en el momento actual. Creo que también se aleja del canon porque no solo he huido de cualquier solemnidad, sino que la parodio. Se trataba de ver a los poderosos en su aspecto más miserablemente humano, no con el respeto con el que los autores tradicionales de novela histórica suelen tratarlos.
Ese cambio de registro no será el único que perciban sus lectores habituales pues en esta obra nos muestra su evolución como autora y nos ofrece nuevas propuestas narrativas. Quizás una de las que el lector va agradecer es la introducción del humor y la ironía como uno de los ingredientes principales de la novela…
La verdad es que ya había utilizado antes el humor, pero solo en relatos, en textos breves. La novela es una respuesta a mi preocupación por el comportamiento de nuestros gobernantes. Podía hacer un gran drama social, o una especie de esperpento a lo Valle-Inclán. Opté por esta solución (salvando todas las distancias, claro): humor para tratar temas muy serios, un viejísimo recurso de la literatura. Y de la vida misma…
mi pretensión era reflejar muchas de las cosas que estamos viviendo y padeciendo en el momento actual”
mi pretensión era reflejar muchas de las cosas que estamos viviendo y padeciendo en el momento actual”
También la minuciosidad en las descripciones, en las que se recrea mostrando detalles que pueden parecer cotidianos pero que cobran una especial relevancia para completar el sentido de la narración. Un buen ejemplo de ello puede ser ese brillante capítulo sobre la vida de Luis XIV, el Rey Sol… Parece que ha disfrutado con la escritura…
Sí, la verdad es que sí. Más que de costumbre. Precisamente porque el tono irónico me permitía no sentir empatía hacia ninguno de los personajes. Podía expresarme libremente, sin necesidad de someterme a mi propia exigencia ética como escritora, que me lleva siempre a ser muy delicada con el dolor humano.
A nivel técnico nos encontramos con una nueva propuesta, si ya en sus obras anteriores no había una prevalencia del diálogo, aquí nos propone un adictivo estilo narrativo que se construye con los monólogos interiores de los personajes de la mano de un narrador que, como el autor, además de la acción conoce bien sus pensamientos…
En realidad, he llevado más allá una técnica que he utilizado siempre. En todas mis novelas, el narrador es subjetivo, está siempre metido dentro de la mente de los personajes y suele hablar como lo harían ellos. Creo que en este caso eso se percibe más claramente porque no hay un protagonista claro. La narración va saltando de un personaje a otro, y esa técnica es más obvia que otras veces.
Esa técnica le lleva a un doble esfuerzo de documentación, pues al necesario para los propios acontecimientos, debe sumarle el de meterse en la piel de los distintos personajes…
Sí, pero esa es la obligación del novelista: hacer verosímiles personajes que no tienen nada que ver con él mismo. En ese sentido, yo siempre comparo nuestro trabajo con el de los actores.
Entre esos personajes, tres reyes: Carlos II, Luis XIV y Felipe V, pero por encima de todos ellos, como protagonista, recupera la figura de una mujer que perfectamente podría haber sido parte de su obra Las olvidadas: Mariana de Traémoille, Princesa de los Ursinos…
Ella conduce la acción, es la columna vertebral de la novela. Una mujer muy interesante y sorprendente, porque en una época en la que las mujeres solo conseguían ejercer el poder a través de la cama de un hombre poderoso, fuese el marido o el amante, ella se labró sola su propia carrera política, como diríamos ahora. Durante los primeros catorce años del reinado de Felipe V, fue su auténtico “valido”. Lo que ocurre es que, al tratarse de una mujer, los historiadores han hablado poco de ella. Poco y mal, menospreciándola bastante o considerándola simplemente como una “intrigante”. Y claro que lo fue, pero igual que todos los hombres que estaba en aquel momento alrededor de cualquier trono. Bueno, en aquel momento y ahora, por supuesto.
Mariana nos lleva también a la introducción de una de esas novedades en su obra que citábamos al principio, el tratamiento de la sexualidad de un modo abierto en la narración…
Hablar de sexo en una novela es siempre muy difícil. Pero en este caso era imprescindible. En primer lugar, porque la utilización del sexo y del deseo siempre ha formado parte de los entramados del poder. Y también porque en aquellos tiempos la gente era mucho menos pudibunda de lo que creemos. Sobre todo los franceses.
La novela vuelve a estar llena de sensaciones y sentimientos, los personajes viven y así lo transmiten, pero también invitan a la reflexión, en este caso una reflexión ante la realidad política y social, de entonces y ahora…
La condición humana cambia poco, me temo. Lo que yo quería reflejar es la irresponsabilidad con la que estamos siendo gobernados, la frivolidad y la arrogancia de muchos de los políticos y responsables de instituciones financieras de los que dependemos, su codicia y su corrupción. Esas historias de corte, como las que yo cuento, son un espejo de muchos de los acontecimientos actuales. Por desgracia.
En la obra destaca el papel político de Mariana, que ejerce como primera ministra en la sombra y su poder sobre Europa podría recordarnos al actual de otra mujer, Ángela Merkel, aunque sus formas recuerdan poco a las de la alemana…
La princesa de los Ursinos fue una mujer muy refinada, exquisita, con un enorme poder de seducción que supo emplear a favor de su ambición política. Quizá por su influencia podría compararse con Merkel, pero su manera de ejercer el poder fue sin duda muy distinta. Ella sacó partido a su lado más femenino, quizá porque tras toda esa cortesía y elegancia era más fácil disimular su ambición. Merkel es en cambio una de esas mujeres que tienden a reproducir los modos masculinos, empezando por su propio aspecto. Probablemente a Mariana no le hubiera ido muy bien de comportarse de esa manera en aquel tiempo.
Apenas tuvo reconocimientos a su contribución al Estado, como la modernización de la Administración y el control de las finanzas…
Es cierto, y ella tuvo mucho que ver con la salida de España de la bancarrota en que la hundieron los últimos Austrias. Pero, como ya he dicho, los historiadores han minusvalorado mucho su papel, como si les molestase reconocer que hubo mujeres tan inteligentes y tan maquiavélicas como muchos hombres.
Para dar luz a historias como la de Mariana y al propio papel de la mujer en la historia ha sido necesaria la llegada de un buen número de mujeres historiadoras… (entre ellas otra asturiana, Mª Teresa Álvarez)
Sí. Hasta que nosotras hemos empezado a ser historiadoras, se nos ha ocultado la historia de la mitad de la población humana, tanto la de las mujeres anónimas como la de muchas que fueron singulares, salvo las reinas y las amantes de los reyes, que siempre les han gustado mucho a los historiadores. Pero también hay que decir que ahora hay muchos hombres investigando en esta línea.
quería reflejar es la irresponsabilidad con la que estamos siendo gobernados, la frivolidad y la arrogancia de muchos de los políticos y responsables de instituciones financieras de los que dependemos, su codicia y su corrupción”
quería reflejar es la irresponsabilidad con la que estamos siendo gobernados, la frivolidad y la arrogancia de muchos de los políticos y responsables de instituciones financieras de los que dependemos, su codicia y su corrupción”
Uno de los temas principales del libro es ese contraste entre los Austrias y los Borbones, que por entonces era casi tanto como decir entre España y Francia, entre lo negro y el color, entre los rosarios (para los rezos) y las orquestas y bailes… ha conseguido mostrarnos ese choque de culturas con especial brillantez…
Gracias. Fue un choque muy evidente: la corte de los Austrias, la de la Inquisición, los nobles vestidos de negro de la cabeza a los pies y la prohibición de reírse, frente al mundo descaradamente sensual de Versalles y de los Borbones. En medio de todo, y a pesar de que casi todos los reyes de la dinastía Borbón en España fueron muy malos gobernantes, tuvimos suerte de que llegaran para aliviarnos un poco de aquella negrura del catolicismo llevado a su extremo.
En la obra ha despojado a esos poderosos gobernantes de sus armaduras -como la del Rey Sol “una armadura que le protegía del mundo y, a la vez, imponía su dominio sobre él”-, y nos los muestra en su humanidad de una forma incluso paródica…
Sí, sí, eso era exactamente lo que pretendía. Y la verdad es que los personajes y sus circunstancias me lo ponían muy fácil. La jornada de Luis XIV, por ejemplo, empezaba cada mañana con la “Cérémonie des Affaires du Roi”, que yo he traducido como la “Ceremonia de los Quehaceres del Rey”, un nombre muy pomposo para llamar al momento en que el Rey Sol procedía a defecar en público ante un puñado de nobles elegidos, que previamente se habían acuchillado entre ellos para alcanzar semejante honor. La pompa suele esconder mucha porquería.
Llama la atención que en toda la novela los gobernantes no hablan de los intereses de uno u otro país y de sus ciudadanos, sino que hablan exclusivamente de sus intereses personales…
Claro. Es que era así. Y me temo que sigue siendo así, en buena medida. Eso es lo que estamos descubriendo en medio de esta crisis, que los políticos están demasiado a menudo preocupados únicamente por sus propios intereses y los de sus partidos, y no por el bienestar de la sociedad. Es triste pensar que, con toda la lucha que ha habido desde principios del siglo XVIII, las cosas sigan siendo tan parecidas a como eran en el Antiguo Régimen.
Nos muestra el mundo de los gobernantes como un mundo cerrado, una corte casi endogámica, en la que los asesores son elegidos entre los que pueden decir aquello que se desea escuchar, nunca entre los que pueden contradecir o debatir… algo que puede encontrarse en algún partido político actual…
Desde luego. Como digo en la nota que precede a la novela, estoy convencida de que muchas de las cosas que ocurrían en aquellos pasillos lóbregos del Alcázar o en los maravillosos salones de Versalles siguen pasando a día de hoy en los despachos de los poderosos. Seguro que las sedes de los partidos políticos darían para hacer una novela no muy distinta a esta.
Las peleas a codazos entre dos Grandes de España por un reclinatorio de una iglesia también puede ser equiparable a los codazos actuales de algunos políticos por salir en la foto…
Exactamente igual. Y eso ocurrió de verdad, no me lo he inventado yo. Igual que no me he inventado la mayor parte de las situaciones ridículas que describo, y que están recogidas en los documentos de la época. Y, desde luego, cosas de ese tipo las seguimos viendo a diario. El afán de “pillar un cacho de poder” o, por lo menos, de verse dorado por su brillo, lleva a mucha gente a conducirse de manera patética.
podemos estar seguros de que cuando los países occidentales participan en alguna guerra, es casi siempre porque hay intereses comerciales detrás, por mucho que lo envuelvan en hipócritas razones humanitarias”
podemos estar seguros de que cuando los países occidentales participan en alguna guerra, es casi siempre porque hay intereses comerciales detrás, por mucho que lo envuelvan en hipócritas razones humanitarias”
Otro tema interesante en la novela puede ser la transformación de Felipe V, tras su participación en Italia en las guerras contra los austríacos… en ese episodio se denuncian también los negocios e intereses personales que hay detrás de cualquier guerra, en este caso, el negocio de la trata de esclavos como eje principal de esa guerra de Portugal, Holanda e Inglaterra contra Francia y España, entre protestantes y católicos…
Sí, y ese es un tema del que los historiadores tampoco han hablado mucho, como si les diese vergüenza reconocer que nuestros países europeos, tan defensores de los derechos humanos, tienen detrás una historia criminal terrible. Pero fue así. Desde principios del siglo XVI, el rey de España era quien concedía el privilegio de la venta de esclavos en las Indias, y cobraba una comisión por cada ser humano que era vendido allí. Luis XIV y Felipe V fueron más allá, porque organizaron su propia empresa negrera, la Compagnie du Sénégal. Holanda, Inglaterra y Portugal combatieron contra España y Francia por hacerse con ese negocio. Ahora ya no vendemos esclavos, pero podemos estar seguros de que cuando los países occidentales participan en alguna guerra, es casi siempre porque hay intereses comerciales detrás, por mucho que lo envuelvan en hipócritas razones humanitarias.
p. 105 “El Rey sabe que los Ministros españoles son unos ineptos que han colocado el reino al borde del abismo. ¡un empujón más de sus negros pies, y ya no habrá España!”, esas palabras bien podrían no referirse a la España de 1700 sino a la actual…
Sí… Es curioso, a medida que iba escribiendo la novela, la realidad se parecía cada vez más a la ficción.
Después de haber trabajado sobre la figura de estos reyes… ¿puedo preguntarle por su opinión sobre la actual Monarquía española y su papel en la sociedad?
Hasta hace muy poco, confiaba mucho en el papel del rey y la reina en España. Ahora, con todo lo que está sucediendo últimamente, empiezo a tener dudas. Pero, en cualquier caso y por desgracia, tampoco veo a ninguno de los políticos que tenemos como presidente de la República de España…
Si esto sigue así, en cinco o seis años (los escritores) tendremos que cambiar de profesión”
Si esto sigue así, en cinco o seis años (los escritores) tendremos que cambiar de profesión”
En una entrevista anterior nos comentaba que la mayoría de los artistas de otros campos podían vivir de su trabajo, la única excepción eran ustedes, los escritores… lejos de encontrar una solución, el panorama literario parece complicarse aun más…
Creo que estamos todos muy preocupados. Y no solo por la crisis. La crisis nos afecta, como al resto de los ciudadanos, y tenemos que asumirlo. Pero lo verdaderamente preocupante son las descargas gratuitas, la tristemente famosa piratería. Creo que toda esa gente que se descarga alegremente nuestros libros sin pagar por ellos no son conscientes de que están cavando la fosa de la literatura española. Solo lo encuentro comprensible en los jóvenes y los parados, pero no en gente que puede permitirse comprar libros, igual que compran jamones o coches. Si esto sigue así, en cinco o seis años tendremos que cambiar de profesión.
Si bien es un mundo el literario en el que parece prevalecer el número de autores masculinos, las listas de los más leídos (y vendidos) se llena de literatura a manos de mujer: Matilde Asensi, María Dueñas, Julia Navarro, usted misma…
Realmente, yo nunca he vendido tanto como esas autoras. Sus libros son de puro entretenimiento, y esos suelen ser los grandes best-sellers. Quienes hacemos libros más reflexivos solemos estar en otro plano de ventas, mucho menor. En cualquier caso, lo que sí es verdad es que quienes más leen novela son las mujeres, y parece ser que a muchas lectoras les gusta leer libros escritos por otras mujeres.
Las bibliotecas, como otros servicios públicos, estamos pasando un momento difícil, con los consabidos recortes, que en ocasiones son presupuestarios, pero en otras conllevan despidos y cierres, ¿como ve una autora esta situación?
Triste, muy triste. Pero no más que los recortes y despidos en sanidad, educación o investigación científica, por ejemplo. Estamos atravesando un momento histórico de claro retroceso, y no sé si aún somos del todo conscientes.
Para cerrar la entrevista le pediría una referencia a la especial dedicatoria de esta obra a Concha García Campoy, Javier Loza, Maite Bandera y María Escario…
Los cuatro enfermaron gravemente a la vez, en el plazo de un mes, mientras yo escribía la novela, y me dieron una lección de valentía y fortaleza. Por desgracia, Maite, que era como una hermana para mí, ya no está. Pero al menos llegó a ver la novela a punto de ser publicada, y supo que en parte era suya.
(3 de diciembre de 2012)