‘Caminando sobre las aguas’: Ignacio del Valle convierte el milagro en realidad

Pese a haber conseguido más de cuarenta premios de relato a lo largo de su extensa carrera literaria, Ignacio del Valle -una de las referencias literarias asturianas a nivel nacional-, nunca había publicado un libro de cuentos. Ahora acaba de ver la luz, de la mano de una editorial de referencia para el género como Páginas de Espuma,  Caminando sobre las aguas, obra que recoge catorce relatos –o cuentos, como mejor prefieran-, en cuya diversidad da muestra de un impresionante repertorio de registros técnicos, estéticos y estilísticos que sorprenderá a los habituales lectores de sus novelas.

Del Valle se acercó hace unos días a su ciudad natal para la presentar su nueva obra en la Librería Cervantes, en un acto en el que estuvo acompañado por su editor, Juan Casamajor, y por la escritora Leticia Sánchez Ruiz.

 

El editor de Páginas de Espuma, Juan Casamajor, quiso estar presente en esta presentación de la obra en Asturias, mostrando su militancia y resistencia en torno al género del cuento, en el que su editorial es un todo un referente tras haber publicado obras de los mejores escritores españoles y latinoamericanos, numerosas antologías temáticas y clásicos. Comenzó su intervención destacando la trayectoria novelística de Ignacio del Valle y la convivencia en el autor asturiano de dos escritores: el novelista y el cuentista, “siempre ha sido cuentista, un género que siempre trabajó pues el cuento es un buen espacio para desarrollar ciertas inquietudes literarias a las novela no puede llegar, a las que un libro de cuentos sí que responde”. Hizo referencia a la idea o poética del autor, que comienza en el mismo título, Caminando sobre las aguas, “caminar sobre las aguas no deja de ser un milagro, no es posible pisar el agua y andar sobre ella, y ello nos indica en cierta forma lo que es el cuento, un milagro, el sortilegio de contar mucho con muy poco; con una elipsis del cronista, con una sugerencia del narrador, se cuenta toda una historia”.

Casamajor comentó también dos elementos importantes del libro que se reflejan en su portada, uno es Florencia, “Ignacio traslada a sus relatos ese concepto de belleza, del canon y de la proporción del renacimiento florentino”, y otro es una escultura, que no deja de ser una frontera entre la vida y lo artificial,  “sus cuentos se instalan en esa frontera, fronteras emocionales, políticas… de todo tipo, porque la literatura es vivir, experimentar, llegar a un acuerdo con la realidad de la frontera”. Finalizó su intervención afirmando “los lectores vais a encontrar en el libro a un autor directo, audaz, que creo os va a entusiasmar”.

Leticia Sánchez Ruiz comenzó la presentación del libro con una comparación entre un buen libro de cuentos y un buen disco, “las canciones son distintas, tienen distinta temática, distintos ritmos… pero todas ellas de alguna forma están unidas por un hilo invisible, formando una unidad compacta…” destacando que eso es lo que ocurre con con Caminando sobre las aguas. Leticia recordó los distintas temáticas abordadas en el libro, en el que “nos podemos encontrar con un astronauta perdido en el espacio, con una mujer torturada salvajemente, con los sueños de una niña, con un hombre perdido en una orgía de alcohol y drogas, con un soldado que a la hora de morir solo piensa en estar en los brazos de su madre, nos encontramos guerras, las de antes, las de ahora, las guerras que libramos por dentro… nos encontramos con la palabra héroe, repetida muchas veces, y cuando no se repite se intuye…”. La escritora finalizó afirmando que cuando acabamos de leer todas estas historias tan distintas, todas estas pasiones, nos damos cuenta que “lo que hemos hecho es lo mismo que han ido haciendo todos sus personajes, subir al paraíso y bajar a los infiernos…”.

Del Valle realizó sus intervenciones en contestación a las preguntas que le fue formulando Leticia Sánchez sobre su obra, retrotrayéndose en primer lugar a los comienzos de su carrera “en aquellos principios tuve la suerte de vivir al lado de la Biblioteca Pública del Fontán, puedo decir que allí me pasaba los días. También iba cada día a la Oficina de Juventud para consultar las convocatorias de los premios literarios “, recordando la cantidad de fotocopias y paquetes enviados para participar en ellos. “Fue una época de educación sentimental, de buscar un reconocimiento, de encontrar tu camino como escritor, fue una época muy emocionante, pero también de muchas decepciones pues te llevas muchos rechazos. Recuerdo bien las cartas recibidas desde todas las editoriales españolas, tengo en casa cincuenta y tres cartas de rechazo. Fueron comienzos heroicos y homéricos…”.

Respecto al título de la obra, que también es el de uno de los relatos, Del Valle recordó la referencia al milagro que su editor antes había mencionado, pues expresa muy bien lo que es la literatura, es casi un milagro “escribir y conseguir que un libro tenga sobre todo “alma”; puede estar muy bien escrito, puede tener una estructura fantástica, pero si no tiene ese “alma”, si no emociona al lector, no va a servir de mucho”. Comparó el objetivo de la literatura con el de ofrecer al lector un espejo en que mirarse, algo tan simple y tan complicado como eso, “ofrecer un espejo en el que leer y sentirse reconocido en las emociones, en las virtudes, en las desgracias de los protagonistas” 

un libro puede estar muy bien escrito, puede tener una estructura fantástica, pero si no tiene ese “alma”, si no emociona al lector, no va a servir de mucho”

Caminando sobre las aguas es el cuento en el que un doble de Lorenzo de Médici rememora esa época gloriosa en la Florencia era el centro del mundo, tanto artística como políticamente, una etapa que marcó mucho al autor, “sobre todo cuando tenía 20 años, en esa etapa de búsqueda en la que aun no sabes quién eres, recuerdo que leía sobre Florencia y leía a los florentinos. Con su búsqueda de la armonía, de la belleza, de la proporción, de la vida, consiguieron saber quiénes eran…”. Del Valle recordó que era una época también muy violenta, muy sangrienta, sobre la que es bonito leer pero seguro que no lo fue tanto vivir en ella. Lorenzo pagó a los más grandes artistas para que viviesen y desarrollasen su arte en Florencia, solo tenían que hacer una cosa a cambio, hacer que ciudad Toscana fuese lo más grande… “y lo hicieron; hoy en día aun estamos viviendo el resplandor de aquella época. De ahí sale el aliento general, la idea que yo quería para todos los relatos”.

Leticia Sánchez Ruiz comparó este relato con Las Nieves del Kilimanjaro, de Hemingway, en el sentido de que “con los dos tuve la sensación de estar más que ante un cuento, ante una pequeña novela… por la presentación, los personajes,  por la estructura, por toda la ambientación…”. Y destacó la gran variedad de los relatos recogidos en el libro, que ofrecen estructuras muy distintas, llegando a relatos que parecen casi un poema, como Corazón, un cuento que ambos coincidían en destacar como su preferido.

Ignacio del Valle retomó los parecidos entre el cuento y la novela, centrando su respuesta de una forma técnica: “las novelas y los cuentos requieren la misma intensidad. Son géneros absolutamente autónomos, que requieren sus propias herramientas, sus propias medidas, su propia gestión de la distancia, pero empleo la misma intensidad en un cuento de diez páginas que en una novela de tres años”. Después confesó tener la suerte de que en su caso ambos géneros se retroalimentan, y una buena muestra de ello es que varios cuentos que aparecen en esta nueva obra fueron germen de alguna de sus novelas, como Círculos, origen de Busca mi rostro; o Gott mit uns, germen de El tiempo de los emperadores extraños. El autor destacó además que para poder transmitir esa emoción y esa pasión a su obra es preciso sentir pasión por la vida, vivirla con pasión, tener amigos, comer y beber bien… como buen asturiano.

empleo la misma intensidad en un cuento de diez páginas que en una novela de tres años”

La presentadora hizo referencia al carácter cinemátográfico y visual del estilo de Ignacio del Valle, “estás leyendo y lo estás viendo, lo estás casi oliendo… y acabada la lectura puede ser que no recuerdes ciertas palabras pero recuerdas perfectamente la imagen, hueles la nieve, sientes el frío, logras transmitir pasión con esas imágenes”. Del Valle se confesó deudor de la cantidad de películas, cintas de VHS, visualizadas desde su juventud, “es algo que debo agradecer a mis padres y a mi abuela, que posibilitaron ese acceso a los videoclubes. En mi cabeza tengo imágenes, sigo fascinado por el cine y moriré fascinado por el cine”. Recordó y recomendó un buen número de películas, como Magnolia, Campanadas a Media Noche, Sed de mal… una de las grandes fuentes de inspiración para el autor, junto con la realidad… “yo escribo de memoria, cuando era más joven creía que podía competir con la realidad, pero me engañaba… es imposible competir con los periódicos, con lo que sale en las noticias, cualquier trama que pueda inventarme es mucho más simple que lo que puedes encontrarte en la realidad. Yo lo que hago es mirar, escuchar, leer… también ver mucho cine y sobre todo, viajar. Todo está ahí, sólo hay que escuchar y robar…”. 

Del Valle quiso realizar también una reflexión sobre el cuento como género literario, que en nuestro país ha estado un tanto minusvalorado y que en estos momentos vuelve a estar en la cresta de la ola, como siempre lo ha estado en otros países, como los sudamericanos o los de tradición anglosajona, “en EE.UU. no eres nadie si no has publicado un cuento en el New Yorker, los grandes han tenido que pasar todos por allí. En el caso sudamericano y por poner un ejemplo, Borges nunca escribió una novela, consiguió alcanzar tal intensidad con los cuentos que no llegó a sentir esa necesidad… una impresionante intensidad que alcanza su punto álgido en relatos como La casa de Asterión, uno de mis primeros deslumbramientos literarios, que me dejó en estado de coma casi una semana…”. Mencionó también otros títulos, que podemos tomar como excelentes recomendaciones de lectura, como La tercera expedición de Ray Bradbury, o Bienvenido, Bob, de Juan Carlos Onetti, al que catalogó como “quizás el mejor cuento de la historia de la literatura”. Esas son sus referencias literarias, “y quieres llegar a hacer algo parecido, hay que compararse con los mejores, hay que aspirar a conseguir realizar algo como eso”.

cualquier trama que pueda inventarme es mucho más simple que lo que puedes encontrarte en la realidad”

Para finalizar quiso hacer desaparecer las posibles diferencias en torno a los lectores de cuentos y de novelas, quedándose con un lector común que debe buscar una misma cosa en ambas lecturas, “la búsqueda de la belleza, del conocimiento, de la profundidad, de la perspectiva, de ese espíritu florentino que antes comentaba; y sobre todo, no sufrir leyendo, la vida es lo suficientemente compleja y te da suficientes disgustos como para que debas aportar más”. A ese respecto recordó que los autores deben procurar ser fieles a lo que expresa una cita de Un puente sobre el Drina, de Ivo Andric: “la labor de la buena gente es no aportar más desgracias a la vida que las que ésta conlleva”.

  

(12 de marzo de 2013)

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Sobre el autor

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