Tras una espectacular remodelación, la antigua penitenciaría de Oviedo acaba de convertirse en la nueva sede que custodia los fondos de la memoria asturiana.
Dieciséis años después de que comenzaran los trámites para convertir la antigua penitenciaría de Oviedo, que recibió sus primeros presos en 1907, en sede del Archivo Histórico de Asturias, el proyecto ha llegado a su fin. El pasado 22 de marzo, casi dos centenares de personas asistieron a la inauguración del nuevo “hogar de la memoria asturiana” -tal y como afirmó durante el acto la Ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde-, un edificio emblemático y recientemente rehabilitado donde un sinfín de documentos han superado las limitaciones de espacio de la antigua sede de la calle del Águila para lucir con todo su esplendor.
En total, 16.000 documentos encuadernados de gran formato, 5.000 libros de la biblioteca del centro, dieciséis planeros horizontales y doce verticales con 40.000 ortografías y fotografías aéreas de gran formato, y 30.000 mapas, planos, carteles y pergaminos, entre otros materiales, se acaban de instalar en veintidós kilómetros de estanterías situadas en el lugar que antaño ocupaban las celdas de los presos de la represión franquista.
La mudanza para trasladar las 135.000 cajas que albergaban tal información tanto en el edificio que compartía techo con las monjas benedictinas del monasterio de San Pelayo como en cuatro depósitos externos de Lugones y Oviedo comenzó el 1 de febrero. La empresa Severiano Gestión fue la adjudicataria que se encargó de llevar los fondos hasta el barrio ovetense de Ciudad Naranco, hasta donde viajaron más de 160 archivos con todos los fondos y colecciones de instituciones públicas y privadas. Entre la documentación, se encontraban fotografías que mostraban el estado en el que quedó el antiguo psiquiátrico de La Cadellada después de la Guerra Civil, expedientes personales y una exquisita colección de música del siglo XII que representa el más antiguo de los fondos conservados. Un mínimo de ocho trabajadores llenaron cada día entre 200 y 250 metros lineales de documentación, que se fueron colocando en cuatro brazos del panóptico, que tiene capacidad para guardar cerca de sesenta y cinco kilómetros de estanterías. Durante el proceso, las anteriores dependencias siguieron recibiendo visitas hasta el 12 de marzo, fecha en la que cerraron definitivamente sus puertas.
Al acto de inauguración asistieron multitud de autoridades, entre las que figuraban, acompañando a la ministra, el presidente del Gobierno del Principado, Vicente Álvarez Areces; el director general del Libro, Archivos y Bibliotecas del Ejecutivo central, Rogelio Blanco; el delegado del Gobierno en Asturias, Antonio Trevín; la consejera de Cultura, Mercedes Álvarez; la presidenta de la Junta General, María Jesús Álvarez; y los alcaldes de Oviedo, Gijón y Pravia, Gabino de Lorenzo, Paz Fernández Felgueroso y Antonio de Luis Solar.
La directora del Archivo Histórico, Conchita Paredes, hizo las veces de anfitriona durante un recorrido por las instalaciones que contó con la visita de Manuel García González Otones, un militante socialista que, durante el franquismo, fue recluso “seis o siete veces” de la citada penitenciaría. Otones, de 80 años, no olvidaba en la inauguración cómo su primera estancia en esta prisión se había alargado durante nada menos que doce años y un día. Al igual que él, las paredes de la nueva sede acogieron durante años a multitud de presos, muchos de ellos revolucionarios de Octubre de 1934 y militantes de izquierdas.
Con el objetivo de recordar a éstos y otros muchos reclusos, como al ex rector de la Universidad de Oviedo e hijo del autor de La Regenta Leopoldo Alas, el Archivo acoge desde ese día una exposición temporal que recrea cómo era la vida tras las rejas. Cuatro celdas situadas junto a la cúpula del edificio recuerdan con mobiliario cedido por el Centro Penitenciario de Villabona, así como fotografías, expedientes de los presos, pósters y otros materiales prestados por algunos testigos lo que ocurría detrás de los muros de la cárcel ovetense en una época marcada por los enfrentamientos civiles.
Las nuevas dependencias también han permitido ubicar un salón de actos, talleres de restauración y laboratorios de digitalización. Asimismo, la idea ha sido crear una muestra permanente en el edificio del cuerpo de guardia, que está ubicado junto al acceso principal del equipamiento, para dar a conocer la historia del Archivo desde su creación, en 1956, hasta nuestros días. El citado espacio alberga también un aula didáctica, y una sala para el estudio de los investigadores.
El proyecto
Para poder reabrir la penitenciaría de la capital asturiana, el Ministerio de Cultura invirtió casi la totalidad de los 18,5 millones de euros que costó el proyecto. Las obras de rehabilitación, ejecutadas por la Unión Temporal de Empresas (UTE) Dragados y Sampedro, se iniciaron en marzo de 2006 y finalizaron en julio de 2009. Sin embargo, las llaves de la vieja cárcel no fueron entregadas a Conchita Paredes hasta el 1 de diciembre del año pasado. El proyecto fue diseñado por la arquitecta Remedios Fernández Carrión García, que recuperó la estructura original del edificio, cuya construcción se levantó entre los años 1886 y 1905. El estado actual mantiene la cúpula central, uno de los elementos más singulares de la primera construcción, y el interior ha sido remodelado en su totalidad para poner en manos de los usuarios un gran número de servicios hasta la fecha inexistentes por falta de espacio.
Nacido en la ovetense plaza de Porlier en 1956, el actual Archivo Histórico de Asturias fue en su origen el denominado Archivo Histórico Provincial, ya que en aquel momento custodiaba los fondos del Gobierno del Estado. Poco después, en 1972, fue trasladado a la zona posterior del monasterio que ocupan Las Pelayas en la calle del Águila. La anterior directora del Archivo, Blanca Álvarez Pinedo, se encargó de inaugurar la citada sede. En 1988, su gestión pasó a manos del Ejecutivo del Principado, motivo que provocó que mucho más tarde, en 2005, éste creara el Archivo Histórico de Asturias.
Hoy en día, la memoria que ha sido depositada en cuatro plantas de estanterías de las viejas celdas penitenciarias son, por lo tanto, propiedad del Estado y del Ejecutivo Autonómico, aunque el Archivo también posee información de otras entidades privadas. La mayor parte de la documentación se remonta desde el año 1.500 hasta la actualidad. Tras la jubilación de la anterior directora, la sede de la calle del Águila, que dirigía Conchita Paredes desde el año 2000, empezó a quedarse pequeña. Por este motivo, Paredes decidió trasladar parte de los documentos a otros depósitos. El primero de ellos fue gestionado en 2001 y se encontraba en el polígono de Villafría (Oviedo), otros dos depósitos estaban hasta hace unos días en el Parque del Oeste (Oviedo), y el cuarto y último en los bajos del Centro Social de Lugones. En tan sólo diez años, el Archivo Histórico ha pasado de dar cobijo a documentos distribuidos en 28.000 cajas, a pasar a ocupar casi 136.000. Uno de los motivos del enorme crecimiento de fondos que ha experimentado se debe a la política de Conchita Paredes: no rechazar nunca documentación.
Una vez finalizada la mudanza y estrenada la nueva sede, la plantilla del Archivo sigue estando compuesta por nueve personas, aunque es muy posible que la misma aumente durante este semestre. Aquellos usuarios que deseen conocer las renovadas dependencias pueden acercarse a Ciudad Naranco de lunes a viernes de nueve de la mañana a dos de la tarde. Dos días a la semana -los martes y los jueves, a excepción de ciertos periodos estivales-, el Archivo Histórico de Asturias también abrirá entre las tres y las seis de la tarde.
(Publicado en Biblioasturias16)