El pasado día 23 de abril, entre los actos celebrados en la Biblioteca de Asturias con motivo del Día del Libro, tuvo lugar la entrega de premios del III Concurso de Microrelatos “Ciudad de Oviedo”, organizado por la Asociación de Amigos de la Biblioteca de Asturias “Un puñado de letra”. Al mismo se presentaron un total de 473 microrrelatos, llegados de todas las partes de España y de todos los rincones del mundo, provenientes de países como Francia, Alemania, Colombia, Chile, Argentina, República Dominicana, Cuba, Estados unidos o Japón, entre otros.
El jurado, que tuvo un difícil papel para la selección de los ganadores, ha estado formado por Mari Luz Fernández Llames, poeta; Amalio Barbón, profesor; y Chus Fernández, escritor. El fallo del mismo ha determinado como ganador de este certamen al santanderino Miguel Ibáñez de la Cuesta, por su relato Eso que se oye al fondo; el segundo premio ha recaído en el cubano Alberto Esquivel Guerra por su El niño y las serpientes, y el jurado ha destacado con una mención especial el relato Papel mojado, del asturiano Jesús Riaño. Tanto el ganador como el galardonado con esta mención especial pudieron asistir a la entrega de Premios (que refleja la imagen), excusándose, casi por motivos obvios, el ganador del segundo premio.
Les ofrecemos a continuación los relatos ganadores, que también colocaremos en nuestra sección “marcapáginas”:
ESO QUE SE OYE AL FONDO (Ganador) / Miguel Ibáñez de la Cuesta (Santander)
La madre le escribiría a su hija una carta, pero ya no se lleva escribir cartas y ella no sabe usar un ordenador, ni siquiera tiene uno, para qué lo quiere, y el teléfono es tan inmediato, tan agresivo, cómo empezaría, “soy tu madre”, eso sonaría muy parecido a lo último que le dijo, precisamente, antes de que dejaran de hablarse, y además hay que arreglar un poco los rosales y tender la colada, siempre hay algo que hacer, y a lo mejor el tiempo tiene que ir pasando y eso es todo. Así que se echa en la cama. No arregla los rosales, no tiende la colada, no escribe ninguna carta. Cuando termine de pasar el tiempo, tal vez. Algún día.
EL NIÑO Y LAS SERPIENTES (2º Premio) / Alberto Esquivel Guerra (Cuba)
Iba con el joven poeta y el sepulturero por una avenida cuando nos encontramos, dentro de un latón de basura, a un niño de pocos meses.
No era que cautivara su inocencia. Sus ojos estaban agrietados, llorosos. Como yo tenía un gato, como el joven poeta tenía un perro, como el sepulturero vivía solo, supusimos que estaría bien que lo llevara con él. Mañana a mañana aparecían criaturas como esta en otros sitios. Los síntomas o la descripción eran semejantes: niños de menos de un año, niños que no lloraban.
Los transeúntes pasaban y no reparaban, y el sepulturero sopesaba las variantes de convertirse o no convertirse en padre.
Como yo tenía un gato, como el joven poeta tenía un perro, como el sepulturero vivía solo decidió tener un niño.
Este será el sepulturero del futuro, habló con emocionada resignación.
PAPEL MOJADO (Mención especial) / Jesús Riaño (Asturias)
El ojo desgarrado me miró ganando brillo a medida que se humedecía. El labio partido conservaba el rictus de autosuficiencia. Los trozos de fotografía bailaron sobre el agua de la bañera, con cada movimiento mío aceleraron su desordenada singladura. Me incorporé y quité el tapón. Ahora estabas pegado al filtro del sumidero. Recogí tus trozos, los junté con los cristales del marco malherido y todo fue a parar al cubo de la basura. Comienzo un nuevo ciclo y necesito aligerar el equipaje.
(25 de abril de 2012)