El pasado 16 de marzo, la escritora asturiana Eugenia Rico presentó en la Librería Cervantes su primer libro de cuentos, El fin de la raza blanca, trece intrigantes relatos llenos de escalofrío e inteligencia.
“La Virginia Woolf de la era facebook” (The New York Times), “Puede ser la gran voz del siglo XXI” (Gore Vidal). Cuando se leen, entre otras, estas frases que aparecen en la portada de El fin de la raza blanca de Eugenia Rico uno siente, en principio, orgullo porque esta voz a la que se refieren sea asturiana, y después nervios por pensar que tal vez estemos ante una obra definitiva. Y, cuando esto ocurre, cuando componemos alrededor de una lectura un ritual solemne y nos predisponemos a la gloria, lo que suele suceder es que no podamos pasar de la página cincuenta porque nos hunde todo este peso que nos hemos puesto a las espaldas y que achacamos al libro.
Sin embargo, esto no ocurre con El fin de la raza blanca, porque al empezar a leerlo Eugenia Rico nos gana con su estilo sencillo y a la vez poético, con su prosa blanca. Esta colección de cuentos son, de alguna manera, un repaso por la vida literaria de la escritora, sus obsesiones y recursos; ahí está la muerte, la bondad, el rechazo a la violencia, la fantasía, el humor, la maternidad. En estos cuentos cortos (algunos no tienen más de tres páginas) Rico despliega esa forma suya tan característica de contar en la que, a pesar de ir al grano de cabeza, cuando terminamos la lectura tenemos la sensación de que nos ha dicho mucho más de lo que hemos leído. Lo mejor de estos cuentos son el silencio que guardamos después de leerlos, esos segundos en los que digerimos la impresión y las preguntas.
El fin de la raza blanca, dividido en tres partes (“Cielo”, “Purgatorio” e “Infierno”) reúne trece relatos, más dos fragmentos que se insertan como arranque (“La cucharilla”) y colofón (“El hombre que vive en mi casa cuando yo no estoy”) del libro.
Rico nos da en el libro una de cal y una de arena, una de amor y una de maldad. Consigue que historias sencillas, como el atropello de una perra o unas chuletas en la basura, puedan resultar escalofriantes. Una mujer fusilada en la noche por un hombre que la amaba, un espía de la Segunda Guerra Mundial que realmente era un muerto que salía del agua o una concubina de un harén en un día caluroso son algunos de los protagonistas de estos cuentos que poco a poco vamos descubriendo en El fin de la raza blanca.
(15 de marzo de 2012)