Juan Cueto (Oviedo, 1942) vuelve a la actualidad literaria con la publicación de Cuando Madrid hizo pop. De la posmodernidad a la globalización, una recopilación de varios de sus libros, artículos y conferencias -editada por Trea y prologada por Miguel Barrero- que el periodista y comunicólogo ha escrito a lo largo de las tres últimas décadas. Y lo hace pocos meses después de recibir el Premio de las Letras de Asturias que le concedió la Asociación de Escritores de Asturias.
Tras varios años retirado, ¿qué le decidió a volver al mundanal ruido?
Estoy más o menos retirado, cierto, pero entre el editor y sobre todo el prologuista, Miguel Barrero, me convencieron de que podía ser interesante recopilar textos míos y que los artículos eran de plena actualidad. Y me liaron.
¿Cómo ve la evolución del país desde la perspectiva de los años transcurridos desde la transición?
Muy complicada, de ahí el título, de la modernidad a la globalización, porque fueron los dos momentos en que España cambió: el primero nos afectó especialmente a los que vivíamos en Madrid y el segundo, a todos los que vivimos en el mundo; esos han sido los dos grandes momentos de este país: su modernización y su globalización.
¿Qué tiene de bueno la globalización? Si tiene algo.
No hay categoría moral, no es ni mejor ni peor, sólo algo distinto es un mundo en el que además, España, después de haber estado sincronizada con la modernidad, con Madrid como metáfora, se sincronizó con las demás ciudades del mundo por medio de la globalización.
Pero más parece una globalización preocupada por el aspecto económico que por el social…
Es una globalización social y económica, en el sentido de que todas las cosas que ocurren en el mundo empiezan a reflejarse en este país de una manera puntual, sin retrasos respecto al horario previsto. Estamos ya por fin en la aldea global, aquella idea antigua pero que cobra ahora toda su vigencia actualmente.
¿Y la plaza pública de esa aldea global es internet?
Pues sí, al menos, una de las plazas públicas es la de internet y la sincronización de las nuevas tecnologías. España ya no se diferencia en nada de los demás países en el mundo de este aspecto. El mundo está cambiando de una manera continua, diariamente, y tú no puedes ver nada sin tener en cuenta la presencia de internet. Por ejemplo, en las revoluciones árabes actuales, la presencia de las redes sociales y de internet son fundamentales para entender lo que sucede en esos países, que en principio están tan alejados de la globalización como estábamos nosotros antes.
¿Es la red el método definitivo para liberalizar la información? Ahí está el caso Wikileaks.
Eso también es un fenómeno de la globalización. Wikileaks es la demostración de que ya es imposible mantener en secreto los secretos oficiales de los Gobiernos, como es el caso de Estados Unidos y del mundo entero. Cuando las cosas empiezan a funcionar en el mundo, funcionan totalmente, para bien y para mal. En el caso de Wikileaks fue para bien porque se acabaron los secretos y el oscurantismo al que cualquier gobierno tiene tendencia. Eso es lo bueno de toda esta revolución tecnológica, empezando por internet y acabando por las redes sociales, que ya no hay nada que se pueda mantener al margen de la opinión pública, que exige cada vez más transparencia, caiga quien caiga.
Usted que alumbró Canal Plus y fue crítico de televisión, ¿qué opina de nuestra televisión actual?
Eso también es un fenómeno global porque refleja la misma tendencia que el resto de televisiones del mundo: una programación cada vez más sensacionalista, una prensa rosa… Y aquí está ocurriendo lo mismo, no hay más que ver la programación de Tele 5, la tele de Berlusconi, para ver que qué tipo de programación hay en Italia, en España y en el resto de países. Eso responde a un fenómeno global donde no nos diferenciamos de lo que ocurre en nuestro entorno. En este caso, se trata de una mala influencia.
¿Qué le parece la opinión de que son los espectadores quienes reclaman ese tipo de programación?
Que no es verdad. El problema es que no hay otra cosa y no la hay porque no interesa. Y la prueba es que se suprimieron cadenas como CNN plus y se sustituyeron por canales de telebasura. Más bien será porque empresas como Tele 5, insisto en que es la de Berlusconi, quiere que existan esos programas basura.
Hay quien augura la muerte inminente de los periódicos y de los libros. ¿Comparte esa opinión?
En absoluto, existirá siempre una prensa escrita porque la prensa escrita es sinónimo de análisis, y eso es lo que le falta al periodismo actual, el análisis de todo, empezando por las fuentes, sean de Wikileaks o de cualquier otra, y acabando por lo que está sucediendo en el mundo. Por lo tanto, el periodismo escrito sobrevivirá mientras sobreviva la necesidad humana de entender la realidad.
¿Y los libros?
Con ellos ocurrirá aquí lo mismo que ocurre en el mundo entero, que se impondrá poco a la nueva tecnología digital y mientras el libro electrónico sea libro, da lo mismo que sea digital o papel, lo importante es leer.
¿Es un hombre de bibliotecas?
Yo tengo una buena biblioteca personal, pero si se refiere a bibliotecas públicas, tuve muchísima relación con la biblioteca de la universidad. Creo que es de esas bibliotecas universitarias que tanto frecuenté de donde proviene mi cultura.
Hace unos meses declara que “prestaba mucho” recibir el Premio de las Letras de Asturias. ¿Presta más cuando un premio lo conceden los propios colegas?
Presta muchísimo. Este es un verbo que se utiliza para estas cosas cariñosas locales, pero que no son globales. Yo inventé la palabra globlocal para referirme a la relación intima entre lo local y lo global.
Fotografía de cabecera: Alex Piña
(Publicado en Biblioasturias19)