De madre mierense y padre riodevano (Colombres), Juan Ramón Lucas nace en Madrid (1958), y vive su infancia en la localidad de Ujo -Mieres-. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, en 1979 comienza a trabajar en Radio Juventud y en el diario Informaciones. En 1982 entra a formar parte de TVE colaborando en Informe Semanal, y cinco años después (1987) se incorpora a la sección de economía de la Cadena SER. En esta cadena también dirige y presenta el informativo Matinal (1990) y Hora 14 (1992). En el año 93 ficha por Onda Cero, donde presenta el informativo matinal Al día.
La fama le llega en 1997, cuando es contratado por Telecinco para presentar informativos. Durante cuatro años presenta los informativos de madrugada, mediodía y noche, así como diversos especiales informativos para la cadena. Despuésde diez años dedicado a la televisión, con programas de éxito en cadenas como TVE, Telecinco, IB3, Telemadrid, Canal 9, Antena 3, La Sexta… en septiembre de 2007 vuelve a la radio para conducir el magazine matinal En días como hoy de Radio Nacional de España.
Lucas presume de su procedencia asturiana y es uno de los más prestigiosos periodistas españoles, galardonado en 2004 con el Premio al Mejor Presentador del año por la Academia de las Ciencias y las Artes de la Televisión y con un Premio Ondas del año 2000.
Tras unos años en televisión regresa a la radio, donde inició su trayectoria profesional ¿cómo la ha encontrado y cómo se encuentra en ella?
Muy bien. Ya dije alguna vez, -y creo que eso define muy bien mi sentimiento ahora-, que volver a la radio es como la recuperación de una novia a la que no sabías que querías tanto. Dejé la radio para empezar una aventura televisiva que ha sido muy grata personal y profesionalmente; ahora me reencuentro con ella pero no en una posición cualquiera sino pilotando un avión como éste… ha sido muy gratificante, ha sido un reencuentro absolutamente delicioso y enormemente enriquecedor.
En los últimos años la radio se ha sumado a internet, con las emisiones on-line y los podcast…
Confieso que ése es un territorio en el que yo no me desenvuelvo porque me siento absolutamente incapaz. Yo vengo a la radio, me siento, pongo el corazón, la palabra y la información en el micrófono, y que me escuche y me reciba la gente. Me comunico con quien se pone en contacto con nosotros, bien es cierto que a través de internet o sms´s. Sí, la nueva tecnología, las capacidades técnicas están ahí, pero no forman parte de mi rutina cotidiana.
En su trayectoria profesional ha conocido la práctica totalidad de formatos y géneros, informativos, magazines, realitys… ¿tiene preferencia por alguno de ellos?
Son treinta años de profesión. Ha dado tiempo a todo, pero suelo tener preferencia por lo que estoy haciendo en cada momento. Este es un oficio sencillo, en la medida que es elemental: tienes que ver la vida y contarla, pero al mismo tiempo puede desenvolverse en muchos territorios. Yo en todos procuro hacer lo mismo, por eso no tengo ninguno en especial y por eso también suelo preferir el territorio en el que estoy en cada momento porque allí me esfuerzo y doy todo como si fuera lo único y lo último que voy a hacer. Ahora mismo la radio es mi medio. La televisión tiene otro tipo de lenguaje, otras posibilidades, pero no la tengo presente ahora, por eso me costaría mucho hacer una comparación de dónde, en qué, cuál es el mejor formato… afortunadamente he tenido la suerte de sentirme bien donde estuve, de trabajar donde me sentí a gusto.
“la gente tiene cada vez más clara cuál es la frontera entre el periodismo y el cotilleo”
El formato matinal de “En días como hoy” lo que sí le obliga es a madrugar…
En rigor es madrugar, pero en sentido estricto es cambiar el horario del sueño, me acuesto antes. Estoy seguro que hay gente que duerme muchas menos horas que yo.
¿Cómo se preparan esas seis horas de radio?
En cuanto termina el programa tenemos una reunión de dos o tres horas con todo el equipo para ver como ha ido y preparar el siguiente. Normalmente trabajamos con una semana de anticipación en cuanto a los temas de entrevistas, de debate, de análisis… y dejamos un espacio abierto a lo que pase cada día. Luego están las secciones, a las que cada persona aporta sus contenidos y en las tres primeras horas contamos con la colaboración de servicios informativos. En días como hoy comienza a las seis y trabajamos hasta las tres de la tarde, pero otras personas trabajan por la tarde y porla noche. En realidad hay gente trabajando las 24 horas para este programa.
Narrar la actualidad según se va produciendo quizás sea un trabajo más periodístico, con menor dependencia de un guión que en la televisión…
Guión muy poco, en las secciones y en los momentos de humor manejamos algo, pero la verdad que aun llevando un esquema claro de programa, el pegarte a la actualidad y hacer un programa en directo te obliga a pocas servidumbres sobre guión. Tienes que tener claro lo que vas a hacer y quieres hacer, pero no necesariamente escrito.
Y también menor dependencia de una imagen física personal…
Eso es fantástico. Lo de venir a trabajar sin afeitar es un privilegio que me ha costado mucho alcanzar.
En ese sentido, ¿quizás se pueda conocer mejor o valorar al profesional desde la radio? Sin esa dependencia de la imagen…
Yo pensaba que la televisión te desnudaba como ningún otro medio, y es verdad que en ella la gente te ve y observa tu lenguaje gestual, tu aforamiento, la cara de susto o no… pero la radio te desnuda otra cosa, y es algo más profundo. Al estar durante seis horas todos los días hablando de un montón de cosas siempre te pueden pillar en algún renuncio, siempre hay alguien que va a señalar: “está hablando de ese tema sin saberlo”, algo que es muy peligroso para un profesional. Para evitarlo, te obligas a estar muy atento a todo, a prepararte bien las cosas y a hablar lo justo cuando un tema no lo dominas. En ese sentido la radio sí te puede desnudar y yo procuro, puesto que me va a desnudar, que el desnudo sea artístico.
Algo común a radio y televisión es el problema de las audiencias…
Sí, pero no es lo mismo la audiencia diaria, esa dictadura que supone tener todos los días unas cifras, un porcentaje, que tenerla en la radio cada tres meses. Yo no siento en absoluto la presión de la audiencia.
Ha pasado por televisiones privadas, públicas y autonómicas, ¿observó en ese paso diferencias notables entre ellas?
No. Yo siempre he hecho lo mismo, tele o radio, siempre he tratado de comunicar lo mejor posible y utilizar las herramientas que te da la tecnología y las peculiaridades de cada medio para hacer lo mismo: comunicar. Y hacerlo lo más honestamente posible. Nunca me ha importado que fuese en Telemadrid, TVE o Telecinco, con unas audiencias muy distintas entre ellas.
“la telebasura existe en la medida en que hay gente que la ve”
Si hablamos de televisión es inevitable la referencia a la “telebasura”, pese a ello sigue siendo el medio más consumido…
Porque es muy cómoda. La telebasura es una cosa que existe en la medida en que hay gente que la ve. Labasura yo entiendo que es la manipulación, la mentira, la invasión de ámbitos privados, la utilización consciente de la gente para el propio beneficio y escarnio de esas personas que se utilizan. Todo eso es mierda y se hace en la televisión porque la gente lo ve. Yo creo que en los medios de comunicación el producto no se debe hacer en función de una rentabilidad de ese tipo sino más bien con un concepto de servicio, pero a veces intentas hacer cosas en concepto de servicio y la gente prefiere ver a “cuatro idiotas en una isla”. Cuando digo esto lo entrecomillo pues las personas que participan en esos concursos me merecen tanto respeto como cualquier otra, pero no me interesan sus vivencias en ese sentido.
Un fenómeno que ya ha llegado hasta la radio es el de los realitys. Usted llegó a presentar alguno de ellos, ¿cuál es su impresión ante esta fórmula que invade las parrillas?
Yo hice un reality, “Confianza ciega”, y profesionalmente me divertí, me reía mucho haciendo los comentarios sobre las peripecias de aquel grupo de chicos y chicas. Ahora no lo volvería a hacer. Lo hice en su momento, vi lo que significaba, experimenté lo que se sentía, me divertí y ya está. Nunca quise hacer de ello una cuestión de vocación o tomármelo en serio como profesión, fue simplemente una manera de conocer otro territorio de la televisión.
Con todo, los espectadores hemos de contemplar y en ocasiones sufrir la presencia de personajes que se hacen llamar a sí mismos periodistas. ¿Cree que ésta invasión puede devaluar su profesión?
No, para mí nola devalúa. Esposible que sí haya servido para desprestigiar la profesión, pero en un momento puntual. Ahora y cada vez más, la gente tiene muy claro cuál es la frontera entre el periodismo y el cotilleo. Yo creo que los espectadores son conscientes y saben muy bien lo que ven: aunque muchos parezcan o sean periodistas, en realidad son gente que se dedica al cotilleo.
Su trabajo le permite tener un punto de vista privilegiado de la vida política, social y cultural de este país. En líneas generales, ¿cómo le ve?
Bien. Es un país vivo, en crecimiento, muy orgulloso de ser como es y hacer lo que hace, que está despertando a la presencia internacional. Con una clase política que seguramente podría tener más nivel; que en otros momentos de la Transición lo ha tenido, pero también eran momentos en los que se exigían otro tipo de compromisos. Un país que culturalmente sigue creciendo y despertando. Personalmente me encanta que Asturias tenga una presencia internacional cada vez más intensa, que venga Woody Allen a rodar a Oviedo, que Al Gore se sorprenda al ver las montañas verdes de la tierra de mis antepasados… ahí están los Premios Príncipe de Asturias que están haciendo una labor absolutamente impagable. Hay un resurgimiento cultural en este país, un orgullo de ser lo que somos que me parece fantástico. En veinte años este país ha cambiado considerablemente en lo político, en cultural, en lo económico. Es verdad que tengo una posición privilegiada para contemplar la realidad española, pero además la contemplo con satisfacción, con orgullo, no soy nada pesimista y estoy lejos de cierto catastrofismo a la moda.
También ha tenido ocasión de entrevistar y conocer a grandes personalidades, podría destacarnos alguna…
No sabría decirle, me he encontrado con personajes con los que he de reconocer que tenía un cierto juicio previo, un prejuicio que luego no se ha cumplido, gente de mi generación que yo creía que estaban en posiciones más conservadoras y que luego resulta que tenemos más cosas en común de las que yo creía. Pero no sabría decirle alguien especialmente.
“es impagable una lectura atenta, apasionada y abierta de los clásicos griegos”
¿Qué papel juega la lectura en su vida?
Un papel vital. Además, es algo que me ha sido muy útil en este momento y en este programa. Como tienes que estar más atento a lo que pasa a tu alrededor tienes que leer más: más libros, más periódicos, más Internet. He de estar al día no solamente de las novedades, de las novelas que me llegan, que son casi media docena al día, sino también de los personajes entrevistados. No me gusta entrevistar a alguien que ha escrito un libro sin habérmelo leído. Ello me obliga, entre comillas, a un esfuerzo que es fantástico.
En su formación como lector, ¿ha estado presente una biblioteca en especial?
La Biblioteca de la Facultad de Ciencias de Información yla Biblioteca Nacional, en mis tiempos de estudiante.
Podría recomendarnos la lectura o el seguimiento de al menos tres novelistas
Debo comenzar por los clásicos griegos, algo que es fantástico y desconocido. Recomiendo que, a pesar de la dificultad, lean la Ilíada y la Odisea. Creo que en las escuelas hoy se estudian poco y la gente en general los lee poco, pero es impagable una lectura atenta, apasionada y abierta de estos clásicos. También acudiría al tópico y recomendaría El Quijote, es fundamental. Una lectura que ha sido muy importante en mi vida ha sido Shakespeare; nadie como él ha sido capaz de expresar con palabras lo mejor y lo peor de la condición humana. Es más que teatro, es más que literatura, es la esencia de lo que somos puesto negro sobre blanco. Esa capacidad también la tiene Cervantes, pero en mi archivo personal pesa con más fuerza el británico, no sé si por mi cercanía personal con el tipo que Cervantes retrata de este país, no sólo en el Quijote, sino también en las Novelas Ejemplares. También debo citar a Oscar Wilde -y vuelvo a los británicos-, pues me parece un escritor indispensable. Se puede empezar con su Retrato de Dorian Gray, cuya primera página es una obra maestra de la literatura. Y también los latinoamericanos, con García Márquez a la cabeza y sus Cien años de soledad, que se ha leído todo el mundo y cuyo primer párrafo recuerdo casi desde la primera vez que lo leí.
¿…y tres poetas?
Ángel González. José Hierro. Y entre los contemporáneos, colabora conmigo en el programa alguien que me parece delicioso: Ignacio Helguero, un chico joven lleno de vida y de cosas que contar. Debo citar también a una poeta japonesa a la que acabo de leer: Akiko Yosano, cuyo libro La poeta de la pasión es absolutamente recomendable. En cuanto a la poesía, leí hace poco un libro de un escritor y pedagogo catalán, Emili Teixidor, que ante la escasa lectura de poesía, pedía que nos comprometiésemos a leer un verso cada día. Al final del año habremos leído 365 versos y un buen número de poemas.
¿Cómo organiza su biblioteca personal?
Los organizo por temas y casi como puedo pues ya no me caben en casa, últimamente tengo alguna dificultad y debo utilizar armarios extra. Los libros procuro no dejarlos, y si los dejo soy de los que los reclama. Desde los tiempos de estudiante he almacenado y almacenado, y pese a que en estos últimos diez años he hecho muchos traslados, los libros siempre han ido conmigo.
Una pregunta un tanto “íntima”: ¿cómo lee Juan Ramón Lucas?
Procuro estar sentado, sólo leo tumbado cuando estoy muy cansado y quiero dormirme con alguna idea, con algún poema. Leo en silencio, sin música ni ruidos. El único sitio en el que aguanto el ruido leyendo es en el metro, autobús o avión.
¿Cómo ve el futuro del libro?
El otro día debatimos sobre ello en el programa y yo creo que a pesar del libro electrónico, el libro en papel no va a desaparecer. Yo, desde luego, siempre leeré en papel. Mi hija mayor, de doce años, que es lectora, prefiere los libros en la mano a los libros en Internet. Eso me dice algo.
Cuál es su contacto con Asturias.
Mantengo mi relación familiar y sigo yendo, siempre que puedo, a visitar a mi gente en Mieres y en Colombres.
(Publicado en Biblioasturias09)