Pez de Plata publica Cuando es invierno en el mar del Norte, la nueva novela de Leticia Sánchez Ruiz.
Titulando con un verso de Ángel González, Sánchez Ruiz relata, desde dos puntos de vista, el asesinato de Antonio Trigo, un hombre aparentemente normal, que desaparece un día cualquiera y cuyo cadáver encuentran en la playa con un agujero en el corazón.
Por un lado, está la familia Larfeuil, que se enterará al regresar del funeral del abuelo de que todos sus miembros son sospechosos de este asesinato, aunque ninguno de ellos parece conocer a Trigo. Durante una larga noche serán interrogados por el inspector Pambley en la “peculiar” casa familiar, tratando de encontrar al culpable y haciendo que el resto de los cadáveres de los Larfeuil salgan a flote.
Por otro, Dora, una periodista cultural en paro, se obsesiona con el asesinato de Trigo, ya que el hombre que se iba a convertir en su futuro suegro fue quien casualmente encontró el cadáver en la playa. Con los pocos recursos que tiene a su alcance, Dora intentará averiguar quién era el muerto y por qué alguien querría acabar con su vida.
“Cuando regresamos del funeral del abuelo, supimos que entre nosotros había un asesino”. Así comienza a contar la historia uno de los protagonistas de la novela, Guillermo Larfeuil
La acción arranca cuando los Larfeuil llegan del cementerio a la casa familiar y allí un par de policías les esperan para decirles que todos ellos son sospechosos de asesinato. Les interrogan mientras aún llevan las ropas del funeral, suena el Requiem de Mozart, nadie pone la calefacción, están cansados y no entienden nada. A veces da la impresión de que lo único que les importa es que acabe ya el interrogatorio para poder irse a sus casas y meterse en la cama. Solemos ser muy inconscientes ante lo que nos supera.
Solemos ser muy inconscientes ante lo que nos supera
A diferencia de otras novelas de misterio, aquí el inspector es casi un personaje secundario
Como bien dices, la novela está contada en primera persona por Guillermo, uno de los miembros de la familia. El lector no tiene más información que él, desconoce lo que sabe o piensa Pambley, porque para mí el investigador no es importante. Es Guillermo desde dentro, con los datos que posee de su propia familia, quien irá deshaciendo los nudos de este misterio. Y, por supuesto, preguntándose quién de los suyos, y por qué, podría haber cometido un crimen.
Once sospechosos encerrados en una casa…¿recuerda un poco al Cluedo?
Sin duda, es un poco Cluedo, y también un poco Asesinato en el Orient Express (el fantasma de Agatha Christie planea sobre todo el libro). Me interesaba también hacer una especie de misterio de la habitación cerrada: supuestamente, nadie conocía a la víctima, y encima la habían asesinado en un lugar en el que nadie podría estar además de los Larfeuil (ni siquiera el propio muerto).
¿Por qué decide poner precisamente a una familia entera como sospechosa de un asesinato?
Porque me interesaba responder a esta pregunta: si te dijeran que alguien en tu familia ha cometido un crimen, ¿qué pensarías? ¿Lo aceptarías? ¿Lo negarías? ¿Pondrías la mano en el fuego por todos ellos o sólo por algunos? ¿De quién desconfiarías? ¿A quién defenderías? Y, sobre todo, me interesaba responder la pregunta que es clave en las dos partes de la novela: ¿hasta qué punto conocemos a las personas que nos rodean?
A diferencia de los libros de Christie, esta novela no es sólo trama, también hay mucha introspección
No trato únicamente de resolver un asesinato, sino de mostrar a unos personajes. Las relaciones que tienen entre ellos, sus pequeñas historias, por qué cada uno se ha convertido en lo que se ha convertido… Así nos iremos encontrando, entre otras cosas, con la Guerra Civil, una misteriosa tuba, unas mujeres atrapadas en París, la orfandad, la frustración y la locura. También descubriremos que la desconfianza entre los Larfeuil ya viene de antaño.
La otra parte de la novela la protagoniza Dora, quien se relaciona con el caso porque el que iba a ser su futuro suegro fue la persona que encontró el cadáver en la playa
Siempre me pregunté qué ocurría con las personas que hallaban los cadáveres; qué pensarían, cómo les afectaría a ellos. Pienso que, si me ocurriese a mí, me sentiría vinculada con ese caso, con ese muerto, intentaría averiguar qué ocurrió. En el caso de Dora, ella no halló el cuerpo, pero cree que el hecho de que su suegro le encontrase fue lo que precipitó, por diversas causas, que su pareja y ella acabaran rompiendo. Así que se toma este asesinato como algo personal.
Dice Dora: “Siempre pensé que, si llegaba un momento en la vida en que no pudiese leer, sería el momento en que empezaría a volverme loca”
Como dije, acaba de romper con su pareja, siente una confusión, una soledad y un vacío descomunal. Siente tal ansiedad que es incapaz de concentrarse en nada, ni en fregar un plato, ver una película o leer un libro. Y, para los que somos lectores, los libros nos salvan en infinidad de ocasiones: no sólo por todo lo que nos aporta la literatura, sino también porque mantiene nuestro cerebro ocupado. Pero Dora ya no tiene nada de eso, necesita hacer algo para no enloquecer, para dejar de pensar por un momento en lo que le asola. Por eso “decide” obsesionarse con este asesinato. Porque sólo una obsesión puede desplazar a otra.
para los que somos lectores, los libros nos salvan en infinidad de ocasiones
Dora no es una periodista de sucesos, sino una periodista cultural en paro…
Así es. Y, por tanto, tiene los mismos recursos para investigar que casi todos nosotros: ninguno. Actúa como cualquiera que siga un crimen por los medios de comunicación y trate de unir las pistas, jugando a ser detective. Aunque, al final, ser periodista cultural sí va a ayudarla en su loca investigación…
¿Por qué decidió contar las dos partes de la novela en primera persona, con las voces de Dora y Guillermo?
Tanto Dora como Guillermo no son narradores objetivos. Guillermo no cuenta la historia de su familia, sino la que él sabe o interpreta. Además, es más benévolo con aquellas personas a las que se siente más unido. Pero esto no quiere decir que sea la verdad, sino su punto de vista. Al igual le ocurre a Dora, quien desde un primer momento avisa que se encuentra en un estado alucinado, cuando va recabando pistas sobre la víctima; ella las interpreta a su manera, como le conviene. En realidad, es el lector quien tiene que dilucidar la verdad.
(1 de abril de 2019)