Libros de la Red de Bibliotecas Públicas de Gijón para el Líbano e Irak

Gracias al empeño del Subteniente de Infantería del Regimiento Príncipe nº3, D. Alfonso Martínez Toledano y a la Brigada Aerotransportable, una pequeña parte de los libros generosamente donados por muchos ciudadanos gijoneses a sus bibliotecas municipales han sido enviados a dos países tan remotos como Líbano e Irak, con el objeto de difundir la lengua y cultura españolas en lugares donde nuestro ejército ha desarrollado misiones humanitarias.

 

Majid Mud Kadem, profesor de la Universidad de Bagdad, cuya biblioteca fue incendiada en la guerra, recibió el primero de estos envíos, compuesto por más de 600 libros, que siguen a disposición de sus alumnos.

En Cesárea de Filipo, próxima a la frontera con Irsael, al sur de Líbano, la farmacéutica doña Georgina Neemennta se convirtió en bibliotecaria hispánica gracias al envío desde Gijón de otros 500 libros. Pueden acceder a una noticia sobre esta peculiar biblioteca, aparecida en el diario El Informador -México-, desde aquí.

 

El subteniente Alfonso Martínez Toledano, impulsor de esta iniciativa, ha publicado un artículo en el diario El Comercio, el pasado dos de marzo, donde detalla los pormenores de esta ejemplar iniciativa. Una inédita cooperación entre bibliotecas y ejército que por su interés reproducimos a continuación:

 

Gijón, la ciudad generosa

Gracias al esfuerzo de bibliotecas y responsables de Cultura, volaron hasta Mesopotamia más de 600 libros en lengua española

ALFONSO MARTÍNEZ TOLEDANO | SUBTENIENTE DE INFANTERÍA DEL REGIMIENTO PRÍNCIPE Nº 3

 

Hace unos días, me decía un compañero de milicia que a los gijoneses, cuando les entregas una empresa romántica, se dan a ella con toda la generosidad del mundo. Yo opino del mismo modo, y dicho esto por personas que no han nacido en Asturias creo que tiene un valor añadido. Las buenas noticias, lo sabe todo el mundo, rara vez llegan a ocupar un lugar en los medios de comunicación, pero las buenas noticas existen y por eso me veo en la obligación de dar testimonio de una en particular.

Soy militar, y los pasos de mi profesión me trajeron hace 27 años a Asturias, al Regimiento Príncipe nº 3, con sede en Siero. Una de las misiones encomendadas a mi unidad, me llevó, en el año 2000, hasta Kosovo, en los Balcanes. Allí, mi unidad superior, la Brigada Aerotransportable del Ejército de Tierra, tenía, entre otras misiones, mantener la paz y poner en marcha el día a día de la población kosovar. En aquella ocasión, la mayoría de mis compañeros eran gallegos, pero cuál sería mi sorpresa cuando en el comedor de la base me senté junto a unos civiles que resultaron ser bomberos de Gijón. Mi sorpresa fue mayúscula. Habían venido desde Asturias para formar a los nuevos bomberos kosovares. Y aquella misma tarde vi unos camiones de bomberos en los que puede leer ‘Principado de Asturias’. Tan lejos de casa y tan cerca. En aquel momento, en el que me sentí orgulloso del pueblo en el que vivo y de la gente que le da su razón de ser, comprendí que aquella era una generosidad de la de «obras son amores».

Tres años después fui destinado a Irak; volví allí a ver a mis amigos bomberos de Gijón. En aquella ocasión, habían venido para asesorarnos con el plan de incendios de la base militar de Ad Diwaniyad, donde estábamos. Fue bonito volver a encontrarlos. También vi asombrado un autobús urbano de Gijón, allí en medio de Mesopotamia, que había sido donado a la ciudad por el Consistorio gijonés.

Una tarde en Irak cayó una revista en mis manos. En ella pude leer que la biblioteca de la facultad donde se estudia la lengua española en Bagdad había ardido por la guerra (el español es la segunda lengua extranjera más estudiada en Irak después del inglés). Las fotos hablaban por sí solas. Al regresar a España, pensé que podía hacer algo por remediar aquella situación, y sin pensarlo dos veces me presenté en la Fundación Municipal de Cultura de Gijón y, tras identificarme, conté mi historia, que fue muy bien acogida. Les dije que me ocuparía, con medios de las Fuerzas Armadas, de poner en la Universidad de Bagdad cuanto ellos me diesen. La reacción no se hizo esperar y en unas pocas semanas, gracias al esfuerzo de bibliotecas y responsables de Cultura, volaron hasta Mesopotamia más de 600 libros en lengua española, que fueron entregados al profesor Majid Mud Kadem, que los puso a disposición de sus alumnos. Gijón, una vez más, había estado a la altura de las circunstancias y, en colaboración con la Brigada Aerotransportable, habíamos hecho realidad nuestra romántica empresa.

Pero no iba a ser la última, dado que en 2009 el Regimiento Príncipe envió su Batallón Toledo al Líbano, en su frontera con Israel, a la bíblica Cesárea de Filipo, al sur del Líbano. Allí, por una serie de circunstancias, me vi enseñando mi modesto español en una de las realidades más sorprendentes de nuestro país: el programa Cervantes, del Instituto Cervantes para difusión de la lengua española. En esta tierra en permanente conflicto son los militares españoles los profesores en 22 centros escolares y, la verdad, me quedé con la boca abierta al comprobar la cantidad de libaneses que hablan nuestra lengua, aunque observé que tenían una carencia en el conocimiento de nuestra literatura. Por ello, a mi regreso a España, en Gijón, volví a contar esta realidad en la Fundación Municipal de Cultura, que, tras la experiencia de Irak, no dudó ni un momento en volver a darme su apoyo. El resultado fue el envío de más de 500 títulos para el programa Cervantes, que fueron depositados en las manos de la farmacéutica doña Georgina Neemennta , nuestra bibliotecaria libanesa, que hizo inmediatamente un hueco en su farmacia a los libros que están a disposición de todos los libaneses que estudian nuestra lengua en Líbano sur. Su alegría fue inmensa y me remitió en aquella ocasión fotografías del momento en que militares españoles hacían entrega de los libros.

Han pasado desde entonces dos años, así que en 2011 decidimos hacer un nuevo envío por el mismo sistema: el binomio Gijón-Ejército, que funciona a la perfección. Así, esta Navidad, nuestra biblioteca en el Líbano recibió 639 títulos más para engrandecer y expandir nuestra lengua por aquella tierra tan castigada por la historia. Líbano es un país maravilloso y su gente, más. Les debemos algunas cosas, como el nombre de nuestra patria, España (es de origen fenicio), y los olivares, que nos trajeron el árbol de la paz.

En fin, que si Jovellanos levantase la cabeza creo que se alegraría de lo que hacen sus convecinos. No creo que sea la última empresa en la que Asturias y el Ejército se den la mano. Existe generosidad por ambas partes y la gente espera mucho de nosotros.

 

(6 de marzo de 2012)

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Sobre el autor

Red de Bibliotecas Públicas del Pdo. de Asturias