Un profesor se encamina a dar una ponencia en un curso de verano que aborda las novelas más representativas de la I República. Así empieza Pudorosa penumbra, la nueva novela de Luis Arias Argüelles-Meres, un libro corto pero intenso, en el que se recorre la memoria de un tiempo y un país. Pereda, Clarín, Juan Ramón Jiménez, Ángel González, Benito Pérez Galdós, Emilia Pardo Bazán, Miguel Unamuno, Azorín, Pérez de Ayala, Aute, Zubiri, Quevedo, Cervantes, Shopenhauer, Sartre o John Lenon son algunos de los nombres que podremos encontrarnos en esta novela. Luis Arias Argüelles Meres (Lanio, 1957), hijo de un maestro republicano represaliado, creció con su padre escuchando radios clandestinas y recibiendo libros que en algún momento estaban prohibidos. Profesor de literatura, escritor de ensayos, articulista y novelista, realizó su tesis doctoral sobre Manuel Azaña. Autor de ensayos como Buscando un Ortega desde dentro y La España descabezada, y de las novelas Tiempo de castañas, Un tren a Cuba, Días de diarios, y Parte de posguerra (casi todas ellas publicadas por Septem Ediciones), ha centrado su universo literario en la historia de nuestro país, de la que, afirma, surgen historias apasionantes.
Si tuviera que escribir la contraportada de Pudorosa Penumbra, ¿qué pondría en ella?
Que opté por la novela corta por ser un subgénero donde cabe más lo poético y hasta lo poemático al modo ayalino. Y que en esta novela se intenta plasmar un arsenal de sueños a través de un personaje clave, que es Cristina.
¿Por qué precisamente ese título? ¿Qué esconde?
El título se explica en la propia narración. Del mismo modo que María Zambrano hablaba de la gozosa penumbra a la que llegó entre la claridad de Ortega y la profundidad de Zubiri, Cristina, el personaje del que hablé, se encuentra en la pudorosa penumbra. Lo que ella esconde, o intenta esconder, está en el propio discurso narrativo.
La novela parte de una ponencia en un curso de verano que aborda las novelas más representativas de la I República. ¿Por qué eligió La Tribuna de Pardo Bazán?
Por varias razones. Entre ellas, se trata de la primera vez en que una mujer obrera protagoniza una novela en España. Y Amparo, la protagonista de La Tribuna, es un personaje que encarna las frustraciones y los sueños de la Gloriosa, del sexenio democrático, periodo que tanto marcó a la generación de 1868.
Usted tiene amplia experiencia buceando en libros y biografías. ¿Diría que el protagonista es un alter ego?
En cierta medida, sí, es innegable. También es cierto que, a la hora de escribir, todo tiende a escaparse, a tomar autonomía, incluso si se trata de un alter ego.
Los años de la II República es un tema recurrente en su literatura (Parte de guerra, Días de diarios…)
Así es. Se trata de una época apasionante también literariamente.
Es todo un experto en Manuel Azaña. ¿Qué cree que le debe este país a Azaña?
Le debe mucho más de lo que se quiere reconocer. Azaña representa la mejor España que tuvimos al servicio de un proyecto de país que pretendía alcanzar la emancipación kantiana y la orteguiana altura de los tiempos. El discurso político en Azaña es obra de arte y pensamiento profundo.
“Me exaspera que tengamos un sistema educativo desastroso que es una estafa a los jóvenes”
“Me exaspera que tengamos un sistema educativo desastroso que es una estafa a los jóvenes”
Otro nombre sobre el que usted ha escrito mucho, y aparece en Pudorosa Penumbra, es Ortega.
Siento veneración por Ortega como escritor y también como pensador. Distinta cosa es que en su trayectoria y obra existan muchas cosas discutibles.
Su padre fue un maestro republicano. ¿Cómo ha influido esto en su obra?
Para empezar, influyó en mi vida decisivamente. Y nada tiene de extraño que esto se traslade a la obra.
¿Cree que la generación del 98 ha pasado a ser estudiada, en vez de leída?
Sí, y, sobre todo, creo que dejó el listón de la literatura en nuestro idioma en lo más alto. Otra cosa es que sorprendería lo mucho que hay de actual en sus grandes figuras, que ya son clásicos.
La del 68, la del 27, la del 68, la del 50… ¿cuál es la generación actual?
No creo que haya una generación predominante en lo intelectual. Tengo para mí que, desde los años 80 en adelante, la literatura española no será estudiada siguiendo el método generacional.
Dice Pepe Monteserín sobre usted: “Luis escribe y enseña que da gusto”. ¿Siempre hay algo didáctico en sus libros?
Supongo que sí. En mí, el literato es inseparable del profesor y viceversa.
¿Cree que, de alguna forma, a España le avergüenza su historia (o no le interesa)?
No creo que le avergüence, sino que le asusta, no sólo por el miedo que siguen produciendo palabras como República o laicismo, sino también por un mal de altura desde la mediocridad actual.
“Siguen produciendo miedo palabras como República o laicismo”
“Siguen produciendo miedo palabras como República o laicismo”
Artículos, ensayos, novelas… ¿Qué le da cada género?
No hay que olvidar que el artículo de opinión es un ensayo en pequeño. Tengo publicados ensayos como La España descabezada, que empezó siendo un artículo periodístico. Y la novela la entiendo al modo barojiano: como un saco proteico donde hay sitio para el ensayo y también para eso que Salinas definió admirablemente como “lírica de las ideas”.
En la novela habla de algo que conoce de primera mano y sobre lo que ha escrito muchos artículos: la enseñanza actual.
Me preocupa. Y me exaspera que tengamos un sistema educativo desastroso que es una estafa a los jóvenes.
¿Acude con asiduidad a bibliotecas?
Sí, claro. Y, si, con perdón, hubiera dependencias donde se permitiese fumar, pasaría más tiempo, en lugar de irme a casa con los libros o con los textos que me sirven de material de trabajo.
(4 de junio de 2012)