Manuel Rivas protagoniza el I Encuentro de Clubes de Lectura de Asturias

Más de 400 socios de la Red de Bibliotecas del Principado participaron el pasado mes de febrero en el Primer Encuentro de Clubes de Lectura de Asturias que se celebró en Pravia con un invitado de excepción: el escritor y periodista gallego Manuel Rivas.

 

“La propia condición del club de lectura y la biblioteca es la biodiversidad, son una unidad de emoción donde todo suma y nada excluye”. Con una defensa del importante papel que las bibliotecas desempeñan en la sociedad, que consideró “una realidad sumergida” por la escasa repercusión pública que tiene, se dirigió el escritor gallego Manuel Rivas a los más de 400 asistentes al Primer Encuentro de Clubes de Lectura de Asturias, celebrado en Pravia el pasado 19 de febrero. El acto se convirtió en una celebración de la lectura y en un intenso intercambio entre el autor y sus lectores. Lectores que, según Rivas, “tienen que continuar el trabajo de quien escribe”.

Este primer encuentro, que dado el éxito obtenido tiene garantizada su continuidad, fue organizado por el grupo de trabajo de animación a la lectura de la Red de Bibliotecas Públicas de Asturias, tuvo como anfitriona a la Biblioteca de Pravia, y contó con la colaboración de la Asociación de Libreros de Asturias y del Grupo de Desarrollo Rural del Bajo Nalón. Junto al autor de obras tan aclamadas como El lápiz del carpintero, participaron en el acto la bibliotecaria de Pravia, Cristina Jerez; Ana Cámara, jefa de la Sección de Bibliotecas del Principado de Asturias; Pedro García Alonso, presidente de la Asociación de Libreros de Asturias, y el escritor Fernando Menéndez, encargado de la presentación de Rivas.

“Siento que estoy con gente que conozco –aseguró el autor gallego– y con la que comparto muchas cosas. Nos une hoy aquí la especial relación que cada uno de nosotros tiene con los libros y el deseo de compartirla, porque después de leer el primer impulso es compartir lo leído. Si algo se regala con verdadero placer es un libro”.

Con una rama de toxu en la mano que se detuvo a cortar al borde la carretera, esa planta que dora las colinas como cuadros de Van Gogh –según escribió una vez–, Rivas compartió una mañana de amor a la literatura y de reflexiones sobre los libros. “Se habla de lugares o no lugares, porque a veces da la sensación de que el mundo se está convirtiendo en un gran parque temático comercial, y el lugar está siempre donde surge la lectura –aseguró–. Los lugares por antonomasia están allí donde surge la cultura, donde se establecen vínculos y hay memoria y solidaridad, mientras que el no lugar sería la marca del miedo y el sitio de la extinción”.

A partir de esta premisa, Rivas se mostró convencido de que esos lugares fértiles y humanos donde se comparte de forma desinteresada “van germinando alrededor del libro” y creando espacios donde “no importa el género, la edad, la condición social, la clase, el origen o el color de la piel”, ya que “nadie concibe un club de lectura donde se pusieran condicionamientos para pertenecer a él: sólo para viejos,  sólo para mujeres, sólo para punkis…”

    A lo largo de más de dos horas de charla y coloquio, el escritor relató anécdotas de su trabajo como periodista y experiencias de su actividad como escritor, además de referirse a sus influencias literarias y mostrar su amor por la naturaleza y por su tierra. No obvió tampoco la irrupción del libro electrónico, cuya supuesta competencia con el formato tradicional descartó al recordar que “una cosa es el cacharro y otra Ana Karenina y si perdemos a Ana Karenina no tenemos nada que hacer en el mundo”.

 

El escritor señaló el “milagro” de que el salón de actos en el que se celebró el encuentro tuviera a la vez un carácter local y universal. “Aunque estemos en Pravia, y cada uno de nuestras bibliotecas y clubes estén en lugares concretos que amamos, hay una síntesis, que es precisamente lo maravilloso del libro y de eso que llamamos cultura, que convierte a éste en un local sin paredes y nos permite compartir un lugar universal”. Una de las principales características de ese local universal que hace posible el libros es, para Rivas, la de la libertad. “Es un lugar donde no existe el poder jerárquico convencional, porque en el ADN del libro está esa condición de ser un espacio de libertad, donde no se domina”.

El encuentro se cerró con la firma de libros por parte del escritor y una comida de confraternización entre los miembros de los clubes de lectura.

 

 

 

“Cuando abrimos un libro, el libro también nos abre a nosotros”

Manuel Rivas (La Coruña, 1957), periodista, escritor, poeta y ensayista, es autor de obras tan conocidas como El lápiz del carpintero, Un millón de vacas, ¿Qué me quieres, amor? o Ella, maldita alma. Recién publicado su último libro, sobre el mundo del narcotráfico en Galicia, Todo es silencio (Alfaguara 2010), compartió una intensa mañana con los clubes de lectura del Principado.

 

¿Qué opina de los clubes de lectura?

Es importante que existan lugares en un mundo en el que hay cierta dialéctica entre los no lugares, que le hace parecer un gran parque temático comercial, y la importancia que tiene la lectura es la de crear espacios de encuentro, aunque a veces no le prestemos suficiente atención a un detalle tan importante como son las bibliotecas. En ese aspecto ha sido en la España democrática cuando se han producido los avances más importantes. Las bibliotecas son lugares donde se encuentran gentes de todo tipo y edad, donde se produce una relación completamente desinteresada, en el sentido de que lo que interesa es intercambiar conocimiento, historias, compartir placeres y eso es lo primero destacable, es fundamental que existan este tipo de espacios humanos porque sustentan la sociedad y le dan consistencia.

Siempre se dice, sin embargo, que éste es un país en el que se lee poco.

Se habla mucho del número de socios que tiene un club de fútbol y se dedica mucho espacio informativo a ese deporte; yo no lo cuestiono, pero me parece muy significativo que no se hable prácticamente nada de las bibliotecas y en casi todas las ciudades sean las bibliotecas las entidades que más números de socios tienen, muchos más que cualquier club de fútbol, aunque ambas cosas no sean incompatibles, pero están ahí. Creo que es un mundo mucho más importante de lo que se refleja.

¿Qué sentido tiene este tipo de clubes?

Tanto el escribir como el leer son actos muy personales, individuales, íntimos, tenemos una relación casi clandestina con ambos. Cuando abrimos un libro, el libro también nos abre a nosotros, establecemos una relación, podríamos decir, de forma erótica con él, pero también es cierto que después está la segunda parte, aquélla en la que queremos compartir ese libro que nos ha gustado, darlo. Casi es propia del libro esa condición de compartir. Pero vivimos en una sociedad en la que es muy difícil establecer vínculos, lazos de solidaridad, de compartir cosas, y en ese sentido los clubes de lectura son una especie de hogares. Generalmente, lo primero que siente uno cuando escribe una historia es el deseo de contarla y los clubes de lectura son como hábitats de un nuevo medio ambiente.

 

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Sobre el autor

Red de Bibliotecas Públicas del Pdo. de Asturias