Monasterio Negro
Aladár Kuncz
KRK
768 págs.
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Esta obra, primorosamente editada por KRK dentro de su colección Las tres letras, es el relato del confinamiento que sufrieron, por el mero hecho de su nacionalidad, los húngaros que se encontraban en Francia al inicio de la Primera Guerra Mundial. Durante los cinco años que duró recorrieron varios campos de retención, la mayor parte del tiempo en Noirmoutier (el monasterio negro) y en la isla de Yeu.
Aladár Kunc, uno de los retenidos, cuenta en un relato ameno las circunstancias de la vida en prisión, la organización de los detenidos, cómo mataban el tiempo. El relato muestra cómo en tiempos de crisis pueden aflorar los más bajos sentimientos del ser humano, y a la vez la grandeza que nos permite superar esos momentos tenebrosos.
Un relato que en estos momentos de incertidumbre y cambio nos proporciona un ejemplo elocuente de por qué hemos de huir de los prejuicios y estar alerta ante cualquier ánimo totalitario o xenófobo.
“Desesperado por darle algún sentido a la experiencia terrible que estaba viviendo, Kuncz se adelantó a Heidegger y Sartre al descubrir que cuando la civilización se desintegra, es cada persona la que individualmente debe forjar sus propios valores. Nadie ha descrito el nacimiento de un mundo totalitario de forma tan conmovedora como Kuncz.” William M. Johnston “Monasterio negro es un libro revelador, pues acostumbrados como estamos a pensar en ciertas cumbres de la sevicia como patrias del confinamiento (la Rusia zarista, los lager nacionalsocialistas, la experiencia de las muchas Kolimá soviéticas, los campos de reeducación en China), de pronto, al leer estas páginas, caemos en la cuenta de que, «cuando la civilización se desintegra», ni siquiera los países abanderados de la razón y el cartesianismo se ven libres de convertirse en instancias tiránicas. Mutatis mutandis, Guantánamo fue inventado hace décadas.” Ricardo Menéndez SalmónAladár Kuncz (1885-1931) es un escritor húngaro al que el comienzo de la Primera Guerra Mundial sorprende en Francia, país al que admira. Intenta retornar a su país, pero no lo logra y en agosto de 1914 es enviado, sin otro motivo que su nacionalidad, a un campo de retención en el que comienza un confinamiento que durará hasta abril de 1919. Tras su liberación vuelve a su tierra, a su trabajo de profesor y a sus tareas como traductor y animador de revistas literarias. Poco antes de morir publica Monasterio Negro, relato de su cautiverio.